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21/12/14

Addat - XV - Carta

Addat.

Carta.

Hacía mucho calor a pesar de ser primera hora de la mañana. El cartero entró soltando la bicicleta de cualquier manera desplomándose ante los escalones que accedían al porche del vetusto edificio. Se colocó efusivamente la chaqueta y entró en la oficina del Director de la funeraria. ¿El señor Sora López? Encontró a Rafael Sora disperso entre documentos alborotados por aquella mesa de comedor que hacia de escritorio, le entregó la carta tras solicitar la obligada firma, observó la rubrica y con una diminuta sonrisa salió disparado.

El rostro del director se estremeció y el sudor brotó enérgicamente. Debían cerrar la empresa, Funerarias Roma había sido denunciada, registrada y ahora obligada a clausurar.

Al día siguiente la policía judicial se presentó a las once de la mañana, echó a todo el personal laboral sin permitir sacar nada del establecimiento. Una vez aislado el lugar se procedió a una inspección rigurosa de los edificios.

Dos de los oficiales clausurarón las dependencias y se llevaron al director del centro a los juzgados. Otro equipo más numeroso de agentes se mantuvo revisando aquella edificación funeraria.


El director Sora se detuvo ante la mesa del Capitán de policía, nervioso y aquejado de fatiga, apenas podía articular palabra. El Capitán Segovia le miró a los ojos... y perdió los suyos en las paredes nacaradas de su despacho. Frotaba la palma de su mano con la otra, caminaba como león enjaulado. Se le escapaba alguna palabreja que se decía para él mismo, su bigote saltaba a cada broté lingüístico. Su cara articulaba con tics diversos cada pensamiento que zozobraba en su cabeza. Se encendió un enorme puro. "¿Le importa?" y sin esperar respuesta alguna se lo encendió. Sono el tono tragicómico de su móvil, se mujer se lo había impuesto y no sabía como exterminar el sonido de claxon extridente que emergía de aquel aparato.

Si, Si, Si... Vengan al despacho.

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18/12/14

Addat - Flores -XIV

Addat.

Flores.

"Este le he traído yo", mirando al colega que frente a él esquilmaba un cuerpo adormecido, un joven inerte arrebatado a las manos captoras de Jaime. La llama constante saltaba por encima de la bandeja que suministra incesantes vidas apagadas. Atraídos por el brillo de un crematorio de más de 100 años recuperado de un antiguo cementerio alojado en el corazón de la ciudad, trasladado allí fue puesto en marcha por el mismo Jaime, bajo de intelecto aunque experto en el manejo de las herramientas, además de la precisa ayuda de Rigoberto, un peruano afincado en España hace más de veinte años.

Era un cuerpo joven esta vez, sus párpados aleteaban en instantes vespertinos sin recuperar la consciencia. Dos frentes sudorosas se movían nerviosas bajo la luz amarillenta del bamboleo de una lámpara colgada por una extensa cadena. "Mira que minino, cógele... será su acompañante". Jaime de un salto giro 180 grados y alargando su rápido brazo enganchó del cuello un gatito que con sorpresa alcanzaba a maullar casi en silencio.

Se detuvieron ante la puerta metálica con la manilla en alto y el reflejo de las llamas abrasaba sus caras. Dos cuerpos menudos poblaban una superficie metálica y bien caldeada que iban introduciendo en el horno que en pocos minutos tragaría todo aquello que se le ofreciera. "Coge una flor de ese jarrón, no está bien despedirse de los muertos sin una ofrenda". Jaime atendió la petición de Rigoberto sin dudarlo, como siempre, y la flor voló en un adiós infinito.

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©2014 Guribundis.


16/12/14

Addat - Mira - XIII

Addat.

Mira.

Mira... Tu realidad, tu ser, tu carne... Contemplas a través del cristal, tras la ventana, tras la verdad de tu mirada.

Mi mujer, Nerea, está cautiva en un laberinto de tubos y cables que mantienen su vida entre enchufes y cámaras... El llanto me embarga, las noticias de los médicos son terribles... Se marchará pronto y no puedo evitarlo. No me permiten mantenerme a su lado, es peligroso, es infeccioso, es insano para mí... Qué dicen... No importa lo que a mí me ocurra, ella esté perdida entre paredes blancas, está sola .

Una camilla viaja por un larguísimo pasillo abandonado a la noche, las diminutas ruedas chirrían levemente cortando la oscuridad. Una puerta solitaria se descubre silenciosa, despeja el camino a unas piernas que tranquilas caminan hacía Nerea.  Despojada de salvaguardas es elevada a la lámina de acero inoxidable que de nuevo vuelve por el sendero recorrido hasta allí. Unas manos duras y rugosas empujan el cuerpo indolente de una mujer que va perdiendo el aliento a cada segundo y cuyos ojos se van perdiendo en el tiempo. La muerte se presenta y otro alma abandona una gélida camilla hacia el umbral de otro mundo. Ese espíritu viaja en la levedad del vacío arrollando obstaculos y sólo en uno de ellos se detiene un instante. Frente a Jeremy detiene su periplo, él permanece dormido y cabizbajo en uno de los sofás dispuestos en el solitario pasillo. Sus ojos relajados y la respiración profunda le llevan a soñar con su amada esposa. Su yerma y tácita boca esculpe los labios de su marido y por una eternidad el tiempo se detiene frente a ellos, le rodea con sus brazos livianos y como en una espiral intenta arrastrarle a la inmesidad. No es posible tenerle de nuevo y frustrada Nerea arroja un alarido que es advertido únicamente por sus oídos. Contempla su marido recostado y ajeno a su marcha. La camilla con un cuerpo abandonado continúa hacia otro lugar.

Unos zapatos impolutos y con paso firme y tranquilo llegan al jardín del tanatorio Roma. Una portezuela se abre diáfana a los crematorios que no cejan de engullir en su hambrienta lumbre. Otro cuerpo querido es introducido y la chimenea expulsa una hondanada de humo intensa. Adiós Nerea.

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15/12/14

Addat - Estrella - XII

Addat.

Estrella.

Miraba entristecida el recuerdo de mi amado, falleció en accidente de trabajo, murió sin poder susurrarle mis deseos. No se despidió de mí, no pude besarle en aquellos momentos que dejamos escapar sin querernos. Le miraba y me hacía feliz contemplarle, sus manos me acogían y su voz encendía mis sentidos. Ahora se ha escapado a otro lugar del que no volverá nunca, no vendrán sus cálidas caricias. No podré gozarle, atenderle, mimarle, amarle, no aceptaré sus elogios y deseos, no escucharé su corazón cuando despertamos, cuando me recojo en su carne, cuando sólo escucho su pecho.

Una estrella fugaz adelanta mis lágrimas y mi pena se ahonda en mi alma. Se me corta la respiración repitiéndome no respires más, no más... Contuve inhalar de nuevo y pedí mi deseo... "Llévame". Bajé la mirada extasiada y contemplé su figura en el pórtico de entrada, bajo el cartelón que da el nombre a este lugar "Roma". Sonriendo alzó su mano y lanzó su beso final... No se encamina hacia aquí, queda inmóvil mirándome, no vino a por mí.

Un coche fúnebre atravesó la silueta liviana de Jorge y se detuvo a pocos metros de mí. Era demasiado tarde, las dos de la noche, cómo trabajan pensé. Sacaron un ataud y el repetido desfile se introdujo en una de las salas apenas con un ligero murmullo de sus porteadores.

Volví el rostro a la luna llena que coronaba el enorme jardín que me rodeaba y el calor cercano de mi marido se hizo presente, rozó mi mejilla con la palma de su mano y un silencioso "Te quiero mucho" marcó su adiós.

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14/12/14

Addat - Cenizas - XI

Addat.

Cenizas.

Buscando y buscando... cantaba la cabecita de Tom con pequeños saltos, papá... papá... continuaba su canción. Sus ojos contemplaron de repente como dos cachorros felinos cruzaron como un rayo hacia el cobertizo. Continuaron otros tantos gatillos rápidos como el viento y en un segundo un hombre muy mayor con vara en mano y alaridos en la boca entró en el arinconado almacén. Petrificado observó como al entrar en al abandonado barracón los maullidos intensos fueron apagándose tras golpes de mando. El hombre de uniforme salió con una gran bolsa en la mano, pesada, sanguinolenta y se dirigió al crematorio.

Perseguido por el miedo del muchacho entró al incinerador refunfuñando y gritando "Limpia la sangre que derrama esta mierda de morral". Al completo lanzó aquella bola animal al centro de las llamas y el vomito de la chimenea escupió el último grito de diminutas alimañas.

Al salir sus pasos tropezaron con Tom sentando frente a la puerta y la cara tapada inundado en lágrimas. Sin prestar ninguna atención paso por encima con una dulce canción entre los labios. Retiró sus jóvenes manos y la figura translúcida de su padre se hizo patente ante él, delante de la portezuela del crematorio. Lloraba aunque una leve sonrisa ofreció abierta su mano y su hijo levantó de inmediato y alcanzó a rozar la piel invisible que se esfumaba con el viento humeante. Abrió el horno infernal y las devoradoras llamas se postraron ante sus ojos y las figuras felinas invisibles a la vida se alinearon y se alejaron buscando un cruento cobertizo.

Las agrietadas manos de Michael retiraron las cenizas llenando repletos cántaros aportados a familias desconsoladas.

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Addat - Humo - X

Addat.

Humo.

Maullidos despertaron sobre la brisa del amanecer, acolchando la hierba mojada. Bigotes sobre colmillos finos, tal que agujas, revolotean sobre ondas que viajan en la neblina y los reclamos reiterados se desvanecen en la lejanía. No aparta su mirada del tejado y la humeante chimenea continúa su baile sordo...

Michael, trabaja duro a diario sin olvidar mantener los mecanismos que permiten que los difuntos pasar a su última metamorfosis en el crematorio "Roma". A veces las pequeñas averías que acontecen desatan terribles crisis y desmontan la rutinaria pasividad del centro. El sufrimiento de las familias al ver como sus seres queridos no marchan se prolonga inesperadamente, si Michael no lo evita, y el dolor se extiende mucho más de lo necesario.

Las horas de retén se suceden a veces en el soporifero olor del dolor, en la vigilancia de la efectividad de las llamas que devoran el ser querido que las familias lloran y que tragan todo el mundo real que se les ofrece.

Michael, en ocasiones agotado, prepara las cenizas en pequeñas vasijas de colores, de tamaños diferentes, elegidas o socorridas. Los años le han llevado al conocimiento de su trabajo y al despiste de la monotonía. Percibe desde hace ya semanas el aumento en el volumen de cenizas con las que llena hermosos recipientes. "No puede ser" se dice arrascándose la frente cuando la gorra deja admirar aquella cabellera pelada que sólo refleja luz de fluorescente.

Se abre la portezuela de la sala donde Michael descansa los ratos perdidos y una voz infantil aparece preguntándole ¿Señor ha visto usted a mi papa? Alto, fuerte, con una sonrisa cristalina y el pelo cano, viste traje negro sabe, además gusta de elevar una rosa en la solapa. Mi hermanito ya no está entre nosotros y papá está muy nervioso y triste. ¿Le ha visto?

No he visto a nadie pequeño, lo siento. Mientras un giro semiautomático de cabeza apunta a una rosa roja tirada frente a la portezuela de los hornos.

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12/11/14

Addat - Bolsa - IX

Addat.

Bolsa.

Por el arroyuelo navega sin timón un oscuro bolsón, una última nave para los restos quemados de Tom. No dejaron crepitar sus últimas carnes en la hoguera mortal del tanatorio, irrumpiendo el camino vital del padre que perdió a su hijo, aún presente, y ahora deja al mayor solo.

Una pareja acaramelada bajo la luz tenue de una farola a orillas de un frecuentado arroyo se regocijaba en besos nocturnos... Como cada tarde, como cada aliento que busca su efímera pasión, como cada irrepetible infinito atardecer agolpado de súbitos abrazos. Palabras de ternura entre tu oído y mi corazón, tu sonrisa y mi alma y nuestros ojos entrelazados de nuevo.

Un ruido sordo y abrupto alertó el mundo paralelo de aquellos enamorados. La bolsa enorme y negra que habría recorrido tanto camino llegó a sus pies. Mira que nos remiten las aguas cariño. ¿Otra vez? Delicadamente él abrió el inesperado paquete y el abrazo de ella sobresaltado rodeó la cintura entre lágrimas de terror. ¡Otra vez mi amor!

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3/11/14

Addat - Barrotes - VIII

Addat.

Barrotes.

Enjaulados sentí mis huesos, por primera vez en la vida traspasaba el umbral de de los barrotes de una cárcel.  Me han detenido sin motivo, me acusan de complicidad en un crimen y sólo soy cómplice de mi vida en pareja, con mi amor, la persona que me entiende, me soporta y me sosiega, no se más del resto del mundo. La sociedad atemoriza a personas de bien cuando no sabe dar una respuesta a desgraciados hechos.

Mi abogado me ha descrito los hechos, como una fila de desorientados sucesos que el destino ha colocado en mi camino. Encontraron un cuerpo en un arroyo, vestía traje con el emblema de la empresa donde trabajo, ¿y qué? Yo limpio suelos, desperdicios, lo que todo el mundo olvida porque ya no lo quiere o son restos de su paso por el dolor soportado en el tanatorio. Yo me ocupo de revisar salas, estoy ahí para que al día siguiente todo esté en orden. Apenas había visto a ese hombre, en alguna ocasión cruce mirada con él. Apenas me dijo alguna vez una frase improvisada, de esas que casi no se piensan y el receptor casi no  escucha. Pero no sé más.

Me encuentro sentada en un asiento compartido con otras tantas personas aquí retenidas, con las que intercambio alguna mirada curiosa que retiro rápidamente. No puedo estar aquí, yo no he hecho nada y no debo permanecer en este sombrío lugar. "Por favor" grito en cuanto pasa algún agente por el borde de mi jaula, estoy temblando, el calor me invade y no puedo detener mi ansía de que alguien me escuche. "Por favor".

Apagan las luces, una leve iluminación sostiene la noche y no puedo pestañear. Tengo miedo, me tiemblan las manos aunque no quiero que se den cuenta estas gentes que dan vueltas a mi alrededor en busca de algo que a cada uno sosiegue. No dejan de dar vueltas y más vueltas, me estoy mareando... Soy inocente. "No tengo que estar aquí". Grito dentro de mi cuerpo para que las únicos oídos que escuchen sea mi propia carne.

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30/10/14

Addat - Océano - VII

Addat.

Océano.

La sombría capilla difuminaba cualquier figura allí recogida. Sin saber cómo llegué aquí me encontraba arrodillado iniciando un rezo perdido en mi memoria. Cualquier oración se encontraba abandonada entre años de sentimientos lejanos a cualquier rito religioso. Creí oportuno hablar a quién en el más allá pudiera escuchar y prestarme la ayuda suficiente para soportar tan pesada carga. Aunque realmente pensé en lo estéril de aquella rendición proseguí en mi ruego.

Fue iniciar mi íntima conversación cuando observé un resplandor en el contorno del crucifijo postrado ante mí. Pensé que la profunda pena que me dominaba, me frustraba y desorientaba. La mano del cristo avanzó hacía mi callado semblante y pude ver brotar sangre de sus heridas. Señor, ruego devuelvas a Sandra a mi lado. Ha fallecido prematuramente. El coche derrapó y se adentró en las entrañas de un profundo abismo que cada noche recorro entre mi zozobra y el deseo de viajar hasta ella.

La cristalera multicolor situada tras la figura celestial se iluminó de abajo a arriba, de la superficie hasta llegar al cielo, como si el sol se hubiera caído y estuviera surgiendo de la tierra. El reducido claustro se encendió por los abundantes rincones y la luz rebotaba en todas direcciones, el arcoíris me consumió y cegué la mirada cayendo al suelo sin respiración...

Cuando abrí los ojos estaba en mi cama con el brazo rodeando la melena de Sandra, dormía plácidamente en nuestro lecho. Respiré profundamente, aliviado. La sangre se aceleró agolpando mis venas colmadas de deseo. Nos fundimos en un abrazo que despertó su voz sedosa. Parpadeó y con su sonrisa premió mi rostro. Nuestra piel se iba soldando con pasión. El tacto placentero navegaba por las curvas de nuestro cuerpo. Nuestra existencia se desdibujaba al fundir nuestra esencia. Nos besamos con dispares sabores aterciopelados e insondables sensaciones emergían por autopistas de frenesí. El clímax se abrió paso sobre nuestra voluntad y respiramos profundamente del mismo soplo de aliento.

Toc, toc... Me acerqué a la puerta ante tan inesperada llamada. ¿Quién es? Abra, ¡policía! ¿Sandra Sterm? Acompáñenos por favor. Está acusada de cómplice de homicidio. Tiene derecho...

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29/10/14

Addat - Juncos - VI

Addat.

Juncos.

La mirada de su iris pegada en mi deseo, mi brazo sobre su hombro, mi beso sobre su boca, mi corazón atravesado por su sonrisa. El beso se extendía por pensamientos eternos y nos fundimos bajo la luna llena de otoño.

Nos adentramos en la vereda del río ya en dirección a casa. Nos agarramos de la mano y charlando pasamos el tiempo sin caer en la lentitud de nuestros pasos.

A pocos metros del camino me pareció ver un cuerpo entre los matojos, me acerqué y pude comprobar que estaba en lo cierto, posé la mano en su garganta y carecía de pulso. No te asustes vida, no mires pero llama a la policía que hemos encontrado un difunto.

Una ambulancia perseguida por dos patrullas se apostaron próximos al puente de madera que cruzaba el arroyo. Sacaron el ahogado vestido de traje negro con un escudo en el bolsillo de la chaqueta donde se advertía "Funerarias Roma". No debía llevar demasiado tiempo allí, prestamos declaración de la nada absoluta que conocíamos.

Abrazados partimos de nuevo hacía la tranquilidad de nuestra casa, abrumados por la neblina y desconsolados por la visión efímera de la muerte.

Vámonos mi amor...

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28/10/14

Addat - Gatera - V

Addat.

Gatera.

Dolorido y terriblemente enfadado escapé. Corriendo aprovechando el despiste de todos me esfumé aún con el culo dolorido.

Me detuve y miré buscando el cobertizo por donde los gatos desaparecieron. Estaba situado en un olvidado rincón del cercado apenas perceptible por las miradas difusas de los lúgubres visitantes.

Allí me dirigí sigiloso. Según me acercaba los maullidos comenzaron a oírse. Posé la mano sobre la puerta como sintiendo el interior sobre la envejecida madera. Empujé. La oscuridad se encendió ante mí y pude sentir la multitud sin verla. Me adentré y mis piernas flotaban entre pelo felino como si una alfombra me cobijara.

¡Eh, muchacho! Un grito lejano me alertó. De nuevo un traje negro vestido de corbata ceremonial se detuvo ante mí. ¿Qué haces ahí? No sabes que esto es privado, no puedes estar aquí. Otra vez me sacaban en volandas y me dejó sobre el jardín cayendo al césped, de nuevo. Alcé la mirada y un coche patrulla con las luces en ceremonia se detuvo, salieron dos agentes que al pasar a mi lado se detuvieron y risueños me preguntaron qué hacía allí tirado. Sin esperar respuesta continuaron su camino.

Después de recomponerme un poco contemplé el sendero de aquellos agentes de policía. Fueron justo a mi sala, a la habitación que albergaba el cuerpo de mi difunto hermano.

¿Vendrán a buscar a mi padre? Corriendo me presenté bajo el dintel de entrada y pude observar como mantenían una conversación con mi mamá y un revoloteo de moscones alrededor.

No tardaron demasiado en tomar unas notas y retroceder sobre sus pasos. Pude contemplar como se montaban en coche patrulla y ya dentro uno de ellos extrajo una diminuta botella, de esas que siempre he visto en la feria, y de un trago cayó fulminada. Agarró la radio y desaparecieron por la carretera con un vibrante giro a izquierdas.

Al darme la vuelta me fijé de nuevo en el cobertizo y una gata de colores pardos caminaba sola maullando sin cesar, miraba al tejado del edificio principal y chillaba con todo el aire de sus pulmones. Por la esquina posterior saltó sin advertirle el mismo hombre que me sacó no hace mucho del brazo, lanzó una piedra con potencia y cuando comprobé el destino del proyectil el silencio cayó sobre aquel gato pardo. Tumbado en el suelo y con una pata temblorosa su hocico sangraba. Él me miró y mantuve la mirada, se dio la vuelta y desapareció.

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27/10/14

Addat - Sin aire - IV

Addat.

Sin aire.

El corazón se me escapaba por la garganta, el espíritu de mi padre se perdía tras la multitud que entraban y salían por el largo corredor. ¡Estaba vivo! Él no está muerto, no puede ser... Hemos estado juntos no hace demasiado tiempo. No sé donde está ahora pero debe estar muy cerca. Corrí y corrí tras él ánima que me abandonaba. Salí a toda velocidad y salté todo lo que pude para alcanzarle, rodearle con mis brazos y atraparle para mí. Mi cara se estampó contra el césped del jardín que adornaba la entrada al recinto, tumbado, golpeado y con el más absoluto vacío entre mis manos.

Dos señores de negro traje se acercaron. Uno de ellos intentó levantarme inundado en lágrimas. ¿Estás bien? La pena más profunda llenó el vació que mi padre dejaba. Me resistía a aceptar su pérdida, sin embargo tenía la certeza que ya no le vería más.

¡Déjale en el suelo! ¡Debemos partir rápido! Exclamó el enterrador más alejado sin detener el paso. Tenía el semblante perfecto para trabajar allí, aquella cara seria y carente de color no podía encontrarse en otro sitio. Calvo y más delgado que las velas de la capilla dio la espalda y se metió en el coche fúnebre, casi haciendo ruedas se perdió por el camino arbolado.

Una gata preciosa apareció y se acercó a mi rostro empapado. Con ternura retiró suavemente los pedacitos de hierba todavía alojados en mi mejilla. Como si fuera uno más de sus cachorros me limpió. Se alejó con dos diminutos cachorros que apenas saltaban tras sus pasos. El último, de color blanquecino, portaba unas diminutas manchas rojas en las patitas traseras, inapreciables que mi retina mantuvo sin comprender bien por qué.

Levanta de ahí, ¿Que haces tumbado en la hierba? ¿Crees que es momento de jugar? Me levantó de un agarrón con aquella mano que carecía de humanidad y un tremendo azote subió toda la sangre a mi rostro y el llanto continuó el camino abierto hace días. Me agarró de las piernas y volando me llevó de vuelta con mi madre.

Aquel gatito me miró simpático y desapareció tras una puertecita casi de su tamaño en la pared de un cobertizo en el último extremo de la finca, tras los cipreses que encendían el cielo.

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©2014 Guribundis




24/10/14

Addat - Espectros - III

Addat.

Espectros.

Mamá llora incesante sobre mi el cuerpo de mi hermano fallecido, pobre Dani... ¿Por qué te has ido? ¿Por qué me dejas solo?

Lágrimas derramadas por innumerables ojos que rodean el cuerpo de mi hermano y a mi no me brota ningún llanto. Estoy totalmente perdido sin él y no consigo sacar mi dolor. ¿Es que no siento realmente su perdida? Mi corazón roto no derrama sangre por su profunda herida.

Mamá no levanta la cabeza del torso de mi hermano, diría que busca su latido incesante por entrañas extraviadas. No es capaz de abrir los ojos para cerciorarse que mi hermano ya no vive.

Recorrí la sala con la mirada, la sala está llena de gente, apenas conozco a una minoría. De repente se presentan en la puerta mi querida y añorada familia. Mi abuela Yolanda, mi abuela Úrsula que me lanza un apasionado beso, el querido abuelo Ernest con su gorro campesino y el saco de herramientas que siempre lleva a cuestas. El primo Nicolás también ha venido... todos ellos están muertos, vienen a llevarse a Dani. Salí corriendo a abrazarlos sentí su calor en torno al vacío que dejaron al salir al portalón. No conseguí atraparles para que se quedaran a mi lado. El brillo de las almas se exapndió al cuerpo de mi hermano muerto, atrapó su esencia y el alma se unió con nuestra familia. Nadie contempló aquél suceso más que yo, mamá no levantó cabeza, continúo perdida y ninguna mirada les advirtió en su despedida.

¿Papá que haces tú también allí? No te alejes de mí... Y los gritos desesperados se sucedieron llenando la habitación de silencio.

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21/10/14

Addat - Tórrido - II

Addat.

Tórrido.

Abrí los ojos, mareado, con el conocimiento perdido en una total oscuridad. Advertí, en el olvido sensorial, un suave y leve roce sobre mi pecho desnudo y a continuación unas garras clavadas a la altura de mi corazón. Ahh, un gato sobre mí, un felino inquieto deambulaba inquieto sobre mi cuerpo.

Mi espalda descubierta parecía encendida, el calor subía por la base del habitáculo dónde quedaba preso, mis manos asustadas recorrían toda la superficie a su alrededor. Encerrado, tórrido y aturdido permanecía enjaulado. "Socorro", a la vez que yo gritaba el gato enfurecido se ocupaba de hacerme jirones todo el cuerpo, arañándome, mordiéndome, atacándome. Mi sangre corría lenta sobre mi piel, mi mente bloqueada, la respiración acelerada me agolpaba el latir atómico de mi corazón. Me quemaba... el calor era insoportable. Agarré al enfurecido gato como puede, me atacaba, me asesinaba y le tronché el cuello en cuanto le di caza, lanzé su cadáver a mis pies.

Ardía mi piel, mi cuerpo, mi mente. La base de madera que me soportaba comenzaba a resquebrajarse y... las llamas perversas se adentraron dentro de mí.

versión 2

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20/10/14

Addat - Huellas - I

Addat.

Huellas.

Un soplo de aire regaba el pasillo infinito del tanatorio. Innumerables llantos se sucedían. Las innumerables conversaciones se mantenían intensas de trágico dolor.

Recorría aquel iluminado sendero con la mirada perdida por cuadros inmersos en ambientes relajantes de lagos, montañas y paisajes en los cuales te perdías.

Tuve que abandonar la sala por unos instantes, ya no podía soportar las vanas palabras que me martilleaban lo más sensible de mi ser. Todos sabían, todos entendían, todos añoraban lo que mis abrazos habían perdido, aquello que me robaba la respiración e inmovilizaba mis sentidos. No me alejaba demasiado de su pequeña camita, su madre tirada en sus rodillas gritaba, su hermano mayor con los ojos colmados de pena vigilaban su pequeño e inerte cuerpo. No quería permanecer más tiempo, con el alma partida de dolor allí dentro, inquiriendo al destino que cambiara de fallecido, que dejara a mi hijo sobrevivir y me llevase con él.

Mis pasos se alejaban y acercaban a su última habitación, a su última morada... Mi exiliada cabeza se perdía por aquel edificio fétido de dolor buscando una respuesta a tanta desolación. Al final del pasillo contemplé un pequeño felino negruzco salir de una de las puertas, dar varias vueltas y esfumarse dejando su rastro. Me acerqué curioso y pude ver las pequeñas huellas manchadas de sangre, o eso me pareció. Entreabrí la puerta y la oscuridad llenó mi campo visual y me decidí a entrar.

En la lejanía podía escuchar algún grito desesperado, algún aullido reclamando la vida robada de mi hijo. No se qué me motivo a adentrarme en la opaca columna que se abría entre estanterías de carpetas infinitas. Entré sumergiéndome en la penumbra que mis ojos alcanzaba y noté en la pierna al felino restregarse y maullar satisfecho. Me asustó pero seguí avanzando, pude alcanzar a detectar una luz de flexo aprisionada tras los estantes, iluminaba someramente una mesa llena de papeles.

Hacía calor, noté flama en el torso y giré buscando la fuente calorífica y zas, un firme golpe en la cabeza me arrojó sobre la fría losa.


versión 2
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17/10/14

Tren de mañana.

Tren de Mañana.


Como cada día, viajaba en un vagón destartalado rumbo al centro de Madrid.

Cada tediosa mañana realizaba el trayecto a su oficina, a aquella silla carísima que su jefe no dejaba de recordarle, a aquel teléfono que odiaba contestar, a aquellas paredes sombrías que odiaba recordar.

Agarrado a una de los asideros del tren recorría aquellos kilómetros tan reconocibles para él. Esa madrugada el sol vislumbraba diferente y su arcoíris  bañaba todo el habitáculo mostrando los viajeros como una inerte fotografía.

El tiempo se detuvo un instante y Tom dibujó su sombrero sin pestañear con el dedo índice como acostumbraba. Por un momento, una paz interior inundó su ser de infinito a infinito, suspiró, su mente desechó cualquier atisbo de pensamiento y sólo se dejó llevar por una sensación cálida de introspección.

Entre el barullo se interponían los matutinos rayos solares marcando dos siluetas entre incontables seres grises que los rodeaban. Espalda contra espalda se intuyeron, una mano rozó otra delicada mano que viajaba en el aire, la brillante luz entrelazaba sus dedos.

Ella se dio la vuelta silenciosamente, le miró quedamente a los ojos y sus rojos labios se pronunciaron, perdón, apenas audible se acercaron más y más, Tom en éxtasis apenas podría respirar, perdón repitieron aquella dulce voz y su boca no cejaba de aproximarse muy lentamente. Un suave y cálido beso amaneció y se tornaron en un abrazo que permaneció el resto del viaje, con los labios unidos de pasión y el corazón fundido.

El ruido de los frenos de aquel vagón truncó aquella íntima mañana. Las puertas se abrieron, el caudal de gente abandonaba tras pasos furtivos arrastrando consigo una silueta de tacones altos con rojizos y besados labios, su melena voló sobre la luz ultravioleta que por las ventanas se sumergía.

©2014 Guribundis.

8/2/14

Misiva 32. Duele.

MISIVAS DE UN RECUERDO.


En el lugar dónde esperaremos, 29 de Mayo de 1939.

Querida madre,

Duele... duele más de lo que puedo resistir... No puedo dejar de contemplar sus láminas cristalinas que me miran. Su desdicha disuelve mi esperanza de rozar su piel. Cautiva camina en una hilera de muerte, será ajusticiada por mi pelotón, por mis manos, por mi desdicha. Desde que la encerraron no he pasado un momento sin soñar con ella, con sus besos, con su amor. Sé que no podré ni tan siquiera acercarme a ella hasta que muera, recogeré su cadáver, rozaré su rostro inmóvil y la enviaré al foso de los comunes con mi súplica.

Qué injusta velas la muerte luna que no te escondes, que te resistes ante el astro sol en esta mañana de injusticia. No culminarás el milagro que me permite huir con Laura, si, Laura la libertaria, apresada, condenada y ajusticiada por la espada del vencedor. Si no existe guerra porqué ya no perdón. Si la batalla termina que razón nos da Dios para no germinar la esperanza. Cautiva, mi amor, será a balazos acribillada, a balazos olvidada.

El trueno de mi arma retumba en mis oídos, nuestro corazón estalla en mil astillas clavadas en mis venas, rogando por su dolor que ya no pido más que morir con ella. 

Abrázame Laura.

Soldado Gustavo Fuentes.

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