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18/12/14

Addat - Flores -XIV

Addat.

Flores.

"Este le he traído yo", mirando al colega que frente a él esquilmaba un cuerpo adormecido, un joven inerte arrebatado a las manos captoras de Jaime. La llama constante saltaba por encima de la bandeja que suministra incesantes vidas apagadas. Atraídos por el brillo de un crematorio de más de 100 años recuperado de un antiguo cementerio alojado en el corazón de la ciudad, trasladado allí fue puesto en marcha por el mismo Jaime, bajo de intelecto aunque experto en el manejo de las herramientas, además de la precisa ayuda de Rigoberto, un peruano afincado en España hace más de veinte años.

Era un cuerpo joven esta vez, sus párpados aleteaban en instantes vespertinos sin recuperar la consciencia. Dos frentes sudorosas se movían nerviosas bajo la luz amarillenta del bamboleo de una lámpara colgada por una extensa cadena. "Mira que minino, cógele... será su acompañante". Jaime de un salto giro 180 grados y alargando su rápido brazo enganchó del cuello un gatito que con sorpresa alcanzaba a maullar casi en silencio.

Se detuvieron ante la puerta metálica con la manilla en alto y el reflejo de las llamas abrasaba sus caras. Dos cuerpos menudos poblaban una superficie metálica y bien caldeada que iban introduciendo en el horno que en pocos minutos tragaría todo aquello que se le ofreciera. "Coge una flor de ese jarrón, no está bien despedirse de los muertos sin una ofrenda". Jaime atendió la petición de Rigoberto sin dudarlo, como siempre, y la flor voló en un adiós infinito.

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©2014 Guribundis.


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