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20/12/09

Sentada al atardecer.

Sentada al atardecer, ausente, perdida, sin advertir mi mirada. Es bellísima. No puedo quitar la vista de sus piernas. Se ha dado cuenta, que vergüenza. Me mira. Sonríe.

Sudo, me sonrojo, mi pulso se acelera. Me siento a su lado, lleno mis pulmones de su aroma, sin conocernos nos esperamos. Mi atrevida mano acaricia su juvenil rostro, mueve la cabeza hacía mi y se apoya en mi hombro. Agarra mi mano con ternura. Se levanta y volamos a su habitación. No recuerdo cuando me tocó una mujer así. Me desviste con sensualidad, mi piel se eriza al notar su contacto. Cierro los ojos, me acaricia el pene, me besa. Sujeta mis caderas, lame todo mi ser. Tumbados en la cama la beso, mis labios aguantan la respiración con los suyos, mi mano nerviosa roza su pezón, su firmeza entra en mi boca. Mi deseo se introduce en su vagina lentamente, sollozos, palabras de pasión llenan mis oídos. ¿Quién es esta mujer que me ciega?. Una lágrima resbala por su mejilla. Sus húmedos cristalinos no se apartan de mi.

Amado mío, no me olvides, llevo amándote tantos años y ahora no eres capaz de saber quien soy. No me reconoces, soy tu esposa. No pierdas la memoria, ámame.


1/12/09

Tu otro yo.

Lee con atención mis palabras, son tus ojos los que miran, tu corazón, tu espíritu quizá, abre tu mente y déjate llevar.

Sonríe, gústate, mírate en el espejo por un momento, deleita tus sentidos mas íntimos con tu cuerpo dispuesto a quererte. Eres tú, ese ser único y especial que abruma tu existencia. Cuídate mucho, la genialidad está en ti, búscala, explórate, existe, todos la tenemos guardada por miedo a no saber utilizarla, sólo tienes que creer que es parte de ti y aflorará con el abono de tu propia estima.

Escuchas que bella es tu voz cuando la ternura brota. Como sientes cuando despejas la férrea coraza y te abandonas a las sensaciones que el tacto te otorga. Descálzate, abre las ventanas, mejor vete al parque, o al bosque, absorbe la naturaleza que te rodea y que te otorgó el maravilloso ser que eres, disfruta el aroma que tu piel recoge de la madre tierra, intégrate en ella con fervor.

Otea el lejano mar como si lo tuvieras delante de ti, su rumor y su brisa acarician tu rostro, su vigor fortalece tu bondad evaporando los molestos y esquivos contrapuntos de la realidad, la pesada carga que en ocasiones es la razón.

Ambiciona la suerte de la humildad, envidia la fortuna de la generosidad, fortalece tu capacidad de esfuerzo.
Ofrece tu mano aunque dudes, basta una ocasión afortunada para olvidar mil fracasos. Una voz agradecida flota en el aire cuando sientes el coraje de la compasión.

Ama a las personas que completan tu existencia, dedícales algo más de atención y obsequia tu preciosa sonrisa una vez más, seguro que serás recompensado de forma que no olvidarás, evocarás pequeños y simples momentos durante el resto de tu existencia.

Gracias por tu desinteresada asistencia a mis devaneos nocturnos.

Ámate.

27/11/09

Bajo presión

Miré el reloj, no puede ser, llego tarde otra vez, no vuelvo a tomarme el somnífero. A medias de vestir volé escalera abajo, cogí mi coche, apenas llevaba diez minutos al volante me encontré inmerso en un gran atasco. Inquieto, nervioso, miraba arriba y abajo en busca de alguna ruta alternativa para llegar al trabajo.

Por fin asomo en la oficina, un compañero me hace señas con el brazo, vamos llegas tarde, seguro que el jefe se ha enterado, cuarenta minutos de retraso tampoco es tanto. Mari no me dice ni buenos días, Jorge no se quiere ni asomar, todos con la cabeza metida en la pantalla del ordenador, no se oye ni una mosca. Necesito un café, demasiada tensión para iniciar el día. Me tomaré un cortado, una mano me toca el hombro.
- Hombre, llegó el que faltaba. Te llamó Mikel de Central, le llamas por favor, me dejas el informe de Competencia en mi mesa y presenta las estadísticas de departamento. No te demores.
- Si claro, un segundo y voy.
- El segundo se te pasó hace rato, no te distraigas por favor.
Me ha enseñado el diente de oro con su babosa sonrisa, este hombre es repulsivo. No!!, me he dejado el informe de Competencia en casa. Llamaré a Ángela para que me lo traiga. Primera llamada, no hay respuesta. ¿Dónde estará esta mujer?. Segunda llamada, no hace ni caso.
Mikel está esperando que le llame, otra vez suena el teléfono, no tengo tiempo de cogerlo. Reviso el mail, a rebosar, otra llamada, de nuevo suena el maldito teléfono. No hay nadie más en la oficina, tengo aviso de videoconferencia de nuestra delegación en Coruña. He conseguido librarme de alguna llamada, ya son las diez y media. Aparecen los ojos de mi querido y admirado jefe.

- Querido Andrés, todavía así, eres televentas y la empresa no se porque está empeñada en que vendas nuestros productos y aún no te has puesto a ello, muy mal amiguete.
- Enseguida estoy con ello.
- Tienes que poner el alma en esta campaña, sabes que confío en ti.
- Ya sabes, soy un artista, me quito tres cosillas y empiezo a contactar con potenciales clientes.

El jefe no me quita ojo. Le voy a pedir ayuda a Alicia, necesito que me eche un capote, si me hace tres llamadas se lo agradeceré. El imbécil de Juan no deja de curiosear, ¿no tiene nada que hacer?.
Marta está repartiendo las nóminas, gracias Martita guapa. Me han quitado ciento cincuenta euros este mes, voy a reclamar, esto es injusto, estoy muy pillado, me hacen polvo, voy a preguntar el motivo del recorte, son unos avaros. Les voy a decir cuatro cosas a estos listos, si por mi fuera me iba ahora mismo, trabajo más que nunca y cada día ganó menos. Sinvergüenzas. Ahora mismo voy a quejarme.

- Se puede, tienes un momentillo, me gustaría preguntarte una cosina.
- Pasa, pasa, siéntate, habla tranquilo.
- He visto una pequeña disminución de la nómina y no se ha que es debido.
- Mira, no solo te atreves a pedirme explicaciones sino que eres de mente ligera, no puedo llegar a enumerar los días que llegas tarde, pierdo la cuenta de el número de llamadas que no atiendes, la perdida de efectividad que has tenido en las ventas de nuestro nuevo producto es abrumadora, cuando se vende solo. Dime que puedo hacer para que entiendas que vas por mal camino, estoy totalmente a tu disposición.
- No es culpa mía, no llevo una buena racha, la crisis nos afecta a todos y los clientes no son menos, las ventas no son fáciles.
- No me cuentes lo que ya sé. Mejora tus números, tienes quince días para darle una vuelta a esto.

Se abre la puerta de par en par, una belleza rubia irrumpe en el despacho de Don Manuel. Está increíble la chica, que suerte tiene el pájaro.
- Pase Gloria, usted no tiene que esperar, adelante.
- Solo son unas firmillas de nada, Manolo.
- Tranquila, para ti siempre tengo un momento para atenderte.
- Déjanos un momento David, luego resolveremos tus peticiones, cuando tu atiendas las mías.

Manolo eres un dictador, seguro que se la ventila el asqueroso este.
De nuevo en mi mesa, que desbarajuste, venga ya, quince mails nuevos, dos llamadas en espera, suena mi teléfono móvil.
- Dígame.
- Cari, ¿Qué querías?, he visto que me has llamado, estaba un poco ocupada.
- Me he dejado un informe encima de la mesa. ¿Puedes traérmelo?, es muy importante.
- Venga ya tío, que pasa que el tiempo solo corre para ti, ¿flipas?, yo no tengo nada que hacer, yo no curro. ¿No quiere nada más el señor?, ¿Café?, ¿Unas pastas?, no me vaciles.

Me ha cortado la llamada. será perra, con lo que yo he hecho por ella. No tardaría nada en traérmelo, me van a despedir por su culpa.

Videoconferencia de Mario, ¿Qué querrá?, algún problema gordo.

- Hola Mario. ¿Cómo andas?, hace tiempo que no hablamos.
- Tron, te has columpiado, esta vez te has pasao. Me han llamado de Digital Press Union, se les ha caído el servidor de Bruselas hace una hora y que desde entonces llevan detrás de ti. Ese equipo lo has montado tú, la herramienta nueva es tuya, no tienes escapatoria, hazlo ya, no lo dejes un momento que nos cortan el cuello a los dos.
- No te preocupes, dejo todo y me pongo con ello, dame cinco minutos.

Me conecto al equipo anfitrión de su red, justo lo que pensaba, son unos inútiles. El programa se ha bloqueado, reinicio y a funcionar. Se ahogan en un vaso de agua. No le voy ni a enviar un mensaje de fin de trabajo, que le den.

Otra vez Juan, no deja de mirarme. Me lo encuentro en cualquier rincón.
De nuevo el teléfono, ¡la extensión de la jefa!.

- Si.
- Andrés se me ha estropeado la impresora, ¿te importa echarle un vistazo?.
- Claro Adela, tardo un segundo.
- Es la de mi despacho, date prisa.

Hace tiempo que no se de ella, habrá estado de viaje. Voy a su encuentro.

- Se puede Adela.
- Pasa, pasa, no te quedes en la puerta, adelante. Creo que no tiene tóner, no sé exactamente, mírala.
- Te lo cambio enseguida.

Hoy se ha perfumado de lo lindo, le queda muy bien. Se acerca mucho, la tengo pegada, me está rozando con sus tetas. Son inmensas, como se descuide se la exploto.

  - Ya está Adela, solucionado. Ya funciona.
- Me tienes que hacer otro favor.
- Claro, lo que sea.
- Mira encima de ese armario y baja una caja que pesa demasiado para mi.
- Por supuesto, en un periquete.

Que pesadita la chica.
¿Qué está haciendo?, me está rozando el pantalón con la cara, acerca sus labios entreabiertos, no para de hablar y no deja de tocarme.

- ¿Qué hace?.
- Pensé que te gustaría un momento de relax.
- Claro que me gustaría, eres una mujer muy atractiva pero no puedo. Entiéndelo.

No deja de frotarme, será, será, será... no lo dejes, sigue, no pares. No quiero que te detengas.

Un grito, están gritando. ¿Que ocurre?.

- Adela para, pasa algo, no paran de gritar.
- Corre, entérate, rápido.

Manolo está en la terraza de la sala de conferencias, se está quitando la ropa, se ha quedado totalmente desnudo. Está loco, se sube a la barandilla, se va a matar. Voy a detenerle, es un cafre pero no puedo dejarle. Ya está Jaime con él. Voy a ayudarle, hay que bajarle.

- Jaime sujétale. Manolo tranquilo, no lo hagas, piensa en tu familia.
- En ellos pienso. Me han despedido después de veinticuatro años en la empresa. El fracaso no es admisible. Estoy hasta el cuello de problemas y me encuentro con esta putada.
- Quieto Manuel. Se ha tirado, majadero te has tirado. ¿Cómo puedes ser tan idiota?. Te has tirado.

Aquí está la carta de despido, ¿desfalco!, le han pillado llevándose la pasta, será ladrón. Un momento, esto tiene fecha de hoy, no puede ser, la impresora de Adela no funcionaba hasta hace diez minutos, es la única que emite estas cartas. Se la mostraré a la jefa. Algo está podrido.
El despacho de Manuel está cerrado, debería poder entrar tengo que averiguar algo más. La puerta está cerrada con llave.
- Andrés, ha llegado la policía. Preguntan por Adela, la has visto.
- Si, salía de su despacho hace un momento.
- La avisaremos por teléfono, no puede estar muy lejos.
No localizo a la jefa, tampoco está el asistente de Manuel, Juan, ¿Dónde está Juan?. Tengo que entrar en el despacho de Manuel. Con una tarjeta de plástico seguro que entro. Tiene el ordenador encendido. No puede ser, estos informes no son los habituales, estos son apuntes de gastos extraordinarios. Transferencias a cuentas sin nombre. ¡Que mogollón!. ¿Dónde estará Adela?. Voy a su despacho, tengo que buscar más.
- Adela!! te llevan detenida. ¿Qué pasa?.
- Es una trampa. No he hecho nada. Juan está muerto en el despacho de Manuel. Soy inocente.
Bien, la jefa detenida, Lolo fallecido, Juan asesinado. Dejé los informes de las transferencias bancarias en la mesa de Adela, la cuenta que recibía fondos era la suya. Las otras cuentas son mías y ha debido pensar que son de estos ingenuos.

Me voy, llego tarde a Barajas.


Luz cegadora

La mire frente a frente, sus ojos irradiaban calor, su empatía me absorbía dentro de ella. No paraba de hablar, no conseguía comprender el mensaje de sus palabras, mis oídos no percibían el sonido solo escuchaban música.

Observaba sus gestos, el movimiento de sus manos acompañaba su explicación, me quedé con su sonrisa. Consiguió eliminar mi parte racional, se hizo con mi corazón. Mi cuerpo se desvaneció, era una burbuja de sentimiento, pretendí la felicidad con unos minutos de bella oratoria, fueron instantes de locura sentimental.

Soy el que escribe, soy el que piensa, controlo mis instintos más básicos. Mentira, por más que manejo mis ideas y pensamientos más me doy cuenta que no soy real, el que redacta es inventado. Me gusta vivir en el amplio espectro de la imaginación, allá donde cualquier cosa puede pasar, donde mis manos acarician las suyas y nunca se sueltan.

Mi energía se fusiona con la suya tantas veces como mi fantasía así lo desea, vivo la ilusión creada por la fuerza que yo he podido conseguir.

Imagina si llega a suceder.

La luna nos sigue a través del cristal, ilumina las sensaciones de ese momento mágico de miradas profundas.

Carpe diem.

18/11/09

Soy Guribundis

Su barba cobriza reflejaba el sol de agosto, sus ojos claros, brillantes, verdosos, perdidos en la luz miraban sin conseguir distinguir los detalles, apenas reconocía las figuras de su alrededor, su propio instinto le servía de guía. El lento paso de sus fatigados pies mostraba la dificultad de sobrellevar los más de 200 kilos que pesaba, el trascurrir de los años y el obstáculo de su incesante viaje marcaban la parsimonia de sus movimientos. Tenía las manos rugosas y gruesas, era un hombre fuerte, de cara simpática. Se apoyaba sobre dos bastones milenarios con las figuras talladas de sus antepasados, uno de los bastones era de caoba y el otro de roble, originarios de los países nórdicos. Llevaba puesto un gran abrigo negro, viejo, gastado y decorado con multitud de recuerdos de sus incesantes travesías. Botones en la solapa, una pluma de oca en el hombro, alguna insignia aquí y allá. Escudos de tela decoraban la majestuosa prenda. No se desprendía de él ni en invierno ni en verano. Pocos kilómetros separaban a Guribundis de un trágico incendio en la cuarta planta de un bloque de viviendas en Barcelona. Una sexagenaria señora, Marta, olvidó retirar la sartén del fuego antes de irse a dar su paseo diario. El piso ardió con rapidez, todos los recuerdos, toda una vida quedó reducida a cenizas sin que nadie llegara a tiempo para evitarlo. La sorprendida anciana no pudo contener las lágrimas al ver el humo brotar por las ventanas de su vivienda. Gritos de dolor suplicaban al destino, no tenía más que lo puesto, sola y sin hogar fue acogida en un albergue municipal.

Llegó la noche, el barrio de la desdichada Marta recobró la tranquilidad después de una tarde de nervios y expectación. La negra fachada mostraba la prueba de la tragedia con la que la anciana había tropezado. Unos pasos silenciosos pasaron delante del edificio incendiado, nadie a su alrededor, el silencio por compañía. La figura vestida de abrigo detuvo su caminar por un momento. Alzó los brazos en cruz y las gruesas mangas comenzaron a moverse, como una vibración que poco a poco iba cogiendo energía y velocidad, en segundos unas esferas amarillas del tamaño de pelotas de ping pong salieron estrepitosamente en dirección al piso abrasado. Se colaban por cualquier hueco, por cualquier abertura, deformaban su tamaño y se introdujeron en la vivienda de Marta. Según avanzaban, las extrañas esferas, adquirían el color del terreno tocado, absorbían el hollín, se comían el desastre. Miles de bolas llenaron el piso abrasado y en unos minutos volvieron a refugiarse en las mangas del gran abrigo de Guribundis. De nuevo en marcha los dos milenarios bastones desaparacieron del lugar lentamente.

A la mañana siguiente la desdichada Marta quiso ver los restos de su desastre, las huellas del fuego, los restos del incendio de su casa. Subió las escaleras de su portal con el peso de la impotencia en sus hombros y cuando asomó a su rellano apenas podía pasar por su puerta. Vecinos y curiosos se agolpaban, perplejos, asombrados por una luz ligeramente ámbar que emergía del dintel de su casa. Estupefacta asomó la nariz, los ojos le brillaban de alegría, todos sus pequeños tesoros hogareños estaban intactos, todo parecía resplandecer, todo permanecía sin un rastro de las llamas sufridas hacía pocas horas, ni una rotura, ni un desperfecto. Recorrió su piso como el primer día. La boca de Marta no se cerró en varias horas sin poder creer lo que veía. Los pies de Guribundis llegaron a un parque a las afueras de la ciudad, un terreno desolado y yermo. Su uso, con los años, era casi exclusivamente destinado a la acumulación de basuras y desechos. Un gran árbol con una sombra espesa fue el lugar escogido por el gordo viajero para su descanso. Se tumbó despacio y apoyo la cabeza en busca de un sueñecito. El abrigo del durmiente comenzó a vibrar, las oscilaciones cada vez más efusivas dieron paso a una escapada de numerosas y esponjosas pelotas amarillas que salían por cualquier pliegue del enorme abrigo. Miles de bolas recorrían todos los rincones del abandonado lugar. El cuerpo del gordo viajero se convirtió en un delgado y esmirriado personaje que a pesar de la agitación no despertaba. Unos minutos bastaron para renovar el paisaje que rodeaba a Guribundis. La vegetación exultante brotaba, se empezaron a escuchar los pájaros, árboles altísimos asomaban en pocos segundos. Un sin fin de animales rodearon al viejo Guribundis, los tocaba y sentía su felicidad, ellos se frotaban, lamían y se tumbaban junto a él. Las bolitas amarillas volvieron al refugio del abrigo dejando un edén donde solo había desolación. Vuelta a emprender la marcha dijo adiós a sus agradecidos amigos y puso rumbo al sur.

El caminar cansado de Guribundis se aproximó a una playa solitaria, distaba pocos kilómetros de una pequeña aldea. Dejó sus pies descalzos para tocar y sentir las aguas tranquilas del Mediterráneo. Abrió sus brazos en cruz, cerró los ojos y respiró profundamente, sensaciones de plenitud llenaron su voluminoso cuerpo, una sonrisa floreció en su cara. Advirtió la presencia de una chiquilla que se acercaba, la muchacha era invidente y se dirigía a la playa por el camino que ya conocía de memoria. Se quitó las zapatillas y subió los pantalones por encima de las rodillas. Introdujo los pies en la fría agua, se agacho y se mojo la cara. La chiquilla escucho acercarse a Guribundis y le dijo sorprendida: - ¿Quién esta ahí? - Voy de paso pequeña, me dolían los pies y he pensado descansar refrescándome en este lugar tan bonito. - Seguro que lo es, nunca lo he visto pero intuyo que es maravilloso. - ¿Quieres ver el mar conmigo? - Me gustaría mucho. - Coge mi mano, aprieta fuerte y cierra los ojitos.

Una luz ámbar surgió alrededor de las manos entrelazadas y de los ojos de la pequeña muchacha. A su vez miles de esferas amarillas se lanzaron a las aguas marinas, agitaban la superficie marina como si el agua estuviera hirviendo. Repoblaron el fondo marino varios kilómetros alrededor de los dos únicos espectadores, descontaminaron las aguas de toda la zona y la vida marina explotó obsequiando con un entorno natural único, peces de todo tipo aparecieron, rodearon los pies de Guribundis y de la pequeña que no podía dejar de mirarlo todo.

Guribundis soltó la mano de la niña y le dijo mira el mar, mira la luz reflejada en sus aguas. La aleta de una ballena asomaba en el horizonte y de pronto el mamífero marino se elevó a gran altitud pese a su gran tamaño y fue visible un instante, el enorme chapoteo del agua sobrecogió a la pequeña. El viejo levanto el brazo, sonrió y dijo ese es Jolae, se alegra de conocerte, nos manda saludos. Gracias señor, muchas gracias por darme la claridad del día, puedo darte un beso, bajo la mejilla a la altura de la pequeña con mucho trabajo y se miraron a los ojos, brotó una lágrima en el viejo rostro del gran viajero, tengo que irme se me hace tarde. Las bolas mágicas se metieron en su refugio y los bastones milenarios continuaron su incesante marcha. La niña volvió a su aldea, era una visión nueva y apasionante, sus manos volvieron a encontrar su casa como hacían siempre. Palpando encontró a su madre, como acostumbraba, elevó la mirada y apreció los preciosos ojos oscuros de su madre. Un tierno beso unió sus rostros y le dijo mamá eres preciosa. La playa quedó desierta, fresca, salvaje y viva.

MIS PASOS

Mis pasos son tuyos,
camino sobre nubes de algodón,
me sustento en el vacío,
me alcanza la agonía,
la impaciencia de tu caricia.


2/10/09

Jolae.

Esperaba aguantar un día más, todavía era prematuro para ver la luz. Llevaba siete meses anhelando su primogénito, era un esfuerzo controlarlo dentro de su vientre, sus movimientos cada vez más inquietos parecían querer romper su pequeña jaula.

De mañana los dolores aumentaron, cada muy poco tiempo las contracciones aparecían y el dolor era insoportable, agarró fuerte a su compañero del brazo, le dijo con voz suave, hoy viene a morar nuestra vida y darnos luz en nuestro camino. Miró el sufrimiento en la cara de Charada, su tenaz expresión mostraba el esfuerzo sufrido. Al momento grito a la vida Jolae, antes de tiempo, pequeño, escuálido, se le escurría la voluntad de permanecer en este mundo, sin fuerza abrió los ojos a su madre, sonrió y se arrastró pesadamente hasta conseguir llegar a los expectantes pechos que le aguardaban. Agónico, apretó las encías y se entregó con fuerza a sobrevivir.

Su expresión dulce, su bondad, su amor le llevaba a ser objeto de burla, niñato le llamaban, bobo, idiota, cualquier cosa para herirle. Era tranquilo, se movía despacio, la calma era su vida, desde bien pequeño sus palabras brotaban tranquilas. En las ocasiones que le necesitaban, que le pedían consejo, que su voz tenía que llenar las almas desatendidas era el más buscado, entonces lo mimaban. Sus ojos percibían el sufrimiento, la pena, los nudos del alma, la pesadumbre se le mostraba diáfana, sus manos removían el daño y la salud intentaba la cura.

Desde pequeño él se entregaba a reparar heridas, muy pronto habló de sentimientos, de voluntad, del poder que hay dentro de ti, de la voluntad de cada ser. Una fría tarde de invierno, llegó un pequeño pájaro agónico a la ventana del colegio de Jolae, la pequeña ave tirada en el alféizar apenas se movía, su pico se abría lento como pidiendo a gritos.

Jolae dijo:

- Albert coge el pajarillo, te está llamando.

- está muerto Jolae.

- no, no lo está, te espera, te busca, acurrúcalo, ofrécele el calor de tus manos.

El muchacho dudo un momento, miró la cara de Jolae, cerró los ojos y se acercó guiado por la voz de su amigo. Comenzó a ver colores rodeando al pájaro, un haz de luz a su alrededor, fuertes tonos brillantes, vibraban, se iban oscureciendo. Sus manos arroparon, mimaron, recogieron al pequeño animal, los tonos de color poco a poco fueron aclarándose para los ojos de Albert. Con la sonrisa encendida fué a entregar el pajarillo, se lo ofreció a Jolae.

- No Albert, es tu amigo, protégele, repara su frío y cuando este fuerte le ofreces su camino, el te querrá siempre.

Sentía el latir de la muerte cuando aparecía, veía el interior de uno mismo como el cristal.

Pequeño y confiado vivía en una pequeña aldea del norte de Girona. Su corta edad le obsequiaba con el saber de su mente, poderosa y capaz de comprender la oscuridad del ser humano, tristeza, ansiedad, cólera, alegría...

Una joven mujer, apenas dejaba de ser muchacha, andaba a diario hacía la colina más alta del monte, varias horas distaban del pueblo. Llegaba a la cima, oteaba el horizonte, la mar, el ancho mar. Una lágrima rozaba su mejilla impresa de tristeza, desarbolaba su alma. Durante meses caminaba al mismo rincón del bosque, meses que su lágrima alimentaba una hortensia que vivía del llanto de una mujer desolada. A su marido aguardaba.

Recuerdo que en mayo Jolae esperó la llegada de la zagala, junto a la hortensia, junto a los pasos marcados a fuego en el camino. Se dieron la mano, no se miraron, vigilaban la mar, miraban el cielo, las negras nubes cargadas de temporal amenazaban la costa. La energía de Jolae rodeaba el rostro amargo que anhelaba la esperanza, un marido perdido, un amante extraviado, un compañero desterrado. Su cara se encendió por un momento, su cuerpo se ilumino con el color esperanza, Jolae curó su pena, le dió su fuerza y le dijo unas palabras,

- No temas él te busca, alegra tu corazón, espera la vuelta, ya se acerca.

Sus ojos contrariados miraban al pequeño niño con ilusión. Manel volvió a los pocos días después de un naufragio en alta mar, su pesquero derribado por una tormenta, tormenta que acompaño su vuelta.

Tumbado sobre la cama respiraba profundamente, oía el espacio, saborea la luz, se estremecía recordando la ira, el cólera, la irritación, todo lo que nos lleva al dolor. Soñaba, sus pesadillas le perseguían, no era capaz de vencer al terror. Por más que se esforzara a ayudar a sus semejantes las batallas no terminaban nunca. Daba felicidad aunque nunca era suficiente.

Jolae se acercó a la playa, recreaba la vista con la clara belleza del agua marina, disfrutaba. A lo lejos vió una aleta enorme, una ballena, por momentos se acercaba a la costa. Sorprendido de tal hallazgo no le quitaba ojo al cetáceo perdido, su luz corporal era oscura, nada bueno, negra, casi negra. La ballena llegó a los pies de Jolae en pocos minutos, un hilo de vida la sostenía. Se miraron, el curioso niño se acercó al animal, toco con las palmas de sus manos extendidas su fuerte piel. Jolae intentó remediar su mal, eran más profundas las heridas en la mente del gran animal que los profundos cortes de su piel, desesperación, abandono, muerte, pudo ver Jolae en su alma. Intento remediar la rendición que el gran mamífero traía puesta, la conexión entre ellos se hacía por momentos más fuerte. Todo su empeño era evitar su dolor, todo su amor para repararlo. La enorme ballena sentía los últimos latidos de su vida.

Las manos de Jolae apretaban con toda la fuerza que podían, todo su cuerpo puesto en guerra, armado de voluntad y coraje intentaba salvar al mamífero. Poco a poco la gruesa capa de grasa fue cediendo, se derretía, sus dedos se introducían en el cuerpo de la ballena. Los dos se iluminaban, se fusionaban, los dos empezaron a sentir lo mismo, el camino a la muerte y el sendero a la resurrección. Apreta Jolae, se decía el pequeño muchacho. Sus brazos se perdieron dentro del gran cuerpo varado en la arena, en pocos segundos el niño se perdió, desapareció para todos, emergió en otro ser. De un coletazo abrió su trampa, de un coletazo volvió a la mar.

Jolae convertido en ballena surcaba el mar, viajaba mirando las estrellas, de un rincón a otro del mundo. Sentía la ira hacia allá iba, olía la guerra con rapidez iba a su encuentro, miraba la angustia tras ella corría. Se acercaba todo lo que podía a la zona donde los temores del hombre fluían, se concentraba, emitía toda le energía de su ser para erradicarlos, se acercaba lo posible a la costa y emitía su luz sanadora, en muchos casos sanaba, en muchos casos devolvía la ilusión al conjunto de personas que alcanzaba, era como un virus, la alegría también se contagiaba. Cuando terminaba su trabajo el mal desaparecía, al menos por un tiempo, si se entendía para siempre, la voluntad de cada pueblo haría el resto. La unión de los dos seres multiplicó el poder de la mente de aquel pequeño muchacho. Convertido en ballena sigue recorriendo el planeta, sigue surcando el océano, sin descanso, transformando la pena en alegría, el egoísmo en bondad, la venganza en unión. El daba el primer empujón el resto es nuestro.

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jolae by Antonio García Romero is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
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mirándome seguías mis pasos,

flor encandilada de alegría,

mi niña, mi amor,

sol cubierto de sonrisas,

mar de mis sueños,

cuantos besos yo te daría

mariposas brillantes de pasión

amanecen en tu sendero,

mis manos formadas de luz

iluminan tu camino.

Ríe mi niña, ríe mi amor,

amapolas blancas de pasión.

29/9/09

Picos.

 

Tu sonrisa clavada en tu cara


de felicidad llena mi alma,


la desazón guiada en tu espíritu


de amargura mi corazón cala.




Entiendo lo que dices en tus miradas,


observo lo que ves en tus palabras,


gotas de amor he de ofrecerte


llenando de felicidad tu libertad.




Acostumbrado estoy a la humillación


que mi cuerpo tumbado deja,


no por ti cariño, no por ti mi amor,


tú solo me has dado la flor.




Los picos de tu sonrisa clavados


tu cara marcan de alegría,


tu sonrisa pulida en tu cara


tu sonrisa tallada en mi ser.

28/9/09

for you

For you.

Sólo dos palabras te doy, "for you",
miro dentro de tus ojos, el infinito inmerso en ti
el infinito inmerso en mí, "for you",
tu luz en mi sol, mi luna en tu voz.

Agua de tu voz colma mis palabras,
agua clara llena mis ríos,
ríos de fonemas fluyen para ti, 
deltas rebosantes de amor desbordan
odas impregnadas de deseo,
incontenido mar alojado dentro de ti.

29/8/09

quemacitas.com

Otro día duro de trabajo, cien mil llamadas y al final de la jornada estoy agotado de escuchar banalidades. Necesito un pequeño desahogo. Mañana debo tomar un avión a Tokio, en tres días estaré en Manhatan. Me reportará más de un millón de dólares, estoy arrasando. Hace tiempo que no tengo una conversación que no sea de trabajo, bueno, tampoco lo echo mucho de menos, tengo muy claro que no debo perder el tiempo, debo  ser todavía más agresivo para llegar a la cumbre.
Hoy me he ganado un pequeño relax, voy a solicitar una de las chicas de quemacitas.com, alguien especial, la mejor que tengan. Menchu 1200 €, Carmen 1400 €... después de unas cuantas vueltas encontré a Yoki, espectacular, intrigante, que ojos, hablan por si solos. Su rostro parece iluminado, su cuerpo moreno es único, sus hermosos pechos dorados, muslos prietos, es preciosa. Merezco esta hermosura, toda la noche 3500 €, me lo he ganado.
Estoy impaciente por verla en casa, en mi cama, en mi alfombra o que se yo..., donde podría ser mejor. Pediré cava, canapés, bombones y unas flores, que se sienta a gusto y se porte como una leona. De repente el teléfono empieza a sonar, no es momento de interrupciones, es del trabajo, debería contestar, puede ser importante, que llamen más tarde hoy tengo otras cosas que hacer.

Suena el timbre, llega un grato olor a bosque, es un perfume dulce y me acuerdo de la figura de Yoki. Estoy ansioso, empiezo a sudar, nervioso, inquieto, loco por verla en mi habitación. Echo un último vistazo a mi casa y compruebo que todo está en orden para recibir a Yoki. Tiene que ser impresionante en persona, hoy va a ser una noche para recordar.

Abro la puerta, miro sus ojos, es aún más bella que en los videos de internet. Intento hablar pero por un momento no me salen las palabras. Cojo su mano y la invito a pasar, me dirige una sonrisa que apunto está de provocarme una parada cardio-respiratoria.
   -¿Quieres algo de beber?
   -Un vodka, responde Yoki. Un pisito muy bonito, tienes buen gusto.
   -Sí, por eso te he elegido.
   -Gracias, eres muy considerado.
   -Es un placer verte, ponte cómoda, ¿bombones?
   -Te lo agradezco.
   -¿Vamos a la habitación?
   -Cuando tú quieras, tenemos toda la noche.
   -Estoy impaciente por verte, me gustaría que te desnudaras poco a poco y me hables de ti.
   -No puedo hablarte de mí.
   -Invéntatelo.

Cojo su cintura y nos adentramos en mi habitación, un cuarto muy amplio dotado de todas las comodidades que puedas esperar además de mis juguetes; televisión gigante, ordenadores con las cotizaciones bursátiles en pantalla y otros con aplicaciones de comunicación listas para funcionar en cualquier momento, en otro rincón un minibar con todo lo que te pueda apetecer...

   -¿Te importa que pase al baño?.
   -Pasa por favor, es la puerta de la derecha.
   -Es impresionante lo bien montada que tienes tu casa, si me lo pides me caso contigo ahora mismo.

Esta mujer es guapísima, deseo verla desnuda, desde que ha entrado estoy excitado, pero no quiero ser demasiado rápido, tengo toda la noche para poseerla, no se si voy a poder aguantar sin abalanzarme sobre ella.


Salió despacio del aseo totalmente desnuda, me deja sin palabras, es impresionante ver a esta mujer en todo su esplendor, me recuerda a mi primer amor, sensual, jovial. Estoy seguro que voy a disfrutar la velada. Yoki se sienta cerca de mí, es muy joven, realmente joven, no tiene más de 20 años, es atractiva, le cae en la mejillas un sugerente mechón de pelo, me mira y se mordisquea sus labios lascivos que me están llamando, no voy a aguantar sin tocarla. Empieza a acariciarme lentamente, su lengua roza mi piel y un escalofrío me eriza el vello y recorre mi columna vertebral hasta el cuello, se agacha a besarme las caderas, recorre con las manos mi espalda, dibuja mi cuerpo en el aire. Cierro los ojos y me dejo llevar.

Hacemos el amor apasionadamente, quedo exhausto y nos recuperamos charlando en la alfombra con un buen cava en las manos. Me cuenta sus aficiones, sus fingidas aficiones, toma el papel de amante, hoy es mi amante, hoy rompes mi corazón Yoki. La miro y sus ojos me hipnotizan hasta el punto que mi deseo resurge a cada momento, me deja besarla una y otra vez, me pide que le cuente, que le hable, que se excita mucho con mi voz, me lo creo todo, ahora mismo soy feliz y la quiero por esta noche, hace mucho tiempo que no tengo encuentros con tanta intensidad. Se agacha para devorar mi sexo, me hace sufrir, me hace vibrar... me hace amarla otra vez. Me dice que quiere hacerlo en el baño, le apasiona el yakuzi, que quiere llegar al orgasmo conmigo.

Me pide que entre primero en el baño, me sumerjo en el agua esperando la tan ansiada aparición, cuando entra trae consigo varias cadenas muy brillantes y un pañuelo oscuro. Me besa, cómo besa, sus manos se deslizan excitando mi cuerpo allá por donde pasan, le ruego que sea mía, le suplico que me de su sexo. Empieza a montarme, una y otra vez, me pide que estire las piernas que vamos a jugar, quiero jugar, yo también quiero jugar...


Me ata las piernas y los brazos mientras sus juegos eróticos impiden que mi razón sobreviva a sus estímulos. No veo nada, el pañuelo tapa toda mi cara, sólo la siento a ella, sus aceites, sus aromas, el cava recorre mi boca, quiero llegar al orgasmo ya!! Le imploro que vuelva a montarme, estoy extendido en el yakuzi, casi en el aire, me duelen las muñecas, pero me gusta, es extraordinario, estoy a punto de eyacular, cada vez me hace más daño al soportar su peso encima de mi, más fuerte y más fuerte. Le ruego que pare pero no obtengo respuesta alguna, ¡para! ¡para! No me escucha, no quiere oír mis lamentos, parate puta, la sangre recorre mis brazos y mis piernas, el agua toma el tono rojo de mi angustia, de mi dolor, no puedo parar de gritarla pero su respuesta es una simple mirada desafiante y fría. Yoki desaparace por un momento, cuando de nuevo su figura resalta a través de la luz de la alcoba su mano ya esta armada con un cuchillo y mi rostro marcado en él. ¿Por qué?, ¿Quién eres?, ¿Qué quieres de mí? Clamo desesperado ante lo inevitable, no tengo escapatoria, no tengo forma de liberarme de esta pesadilla, ¡noooooo!

Un corte rápido y profundo seccionó la misera garganta de un diminuto ser lastimoso y suplicante que quedó postrado en un lujoso baño con las manos ensangrentadas.

Yoki hizó una llamada teléfonica en la que una voz le indicó que se acercara al ordenador de la habitación, un gran equipo con infinidad de aplicaciones que nunca dormía y siempre vigilaba los diversos negocios que mantenía su propietario.

  -Acepta la conexión, le dijo la voz del teléfono.
  -Ya está.
  -Un minuto y todos los activos financieros son nuestros.
  -Estupendo.
  -Buen trabajo mi chica.
  -Sal corriendo.
  -Bye.

La puerta del apartamento se cerró por última vez con la sangre aún caliente de su propietario, sin duda una noche inolvidable.

23/8/09

Oxígeno.

Ocho de la mañana, miércoles, 5 de agosto de 2009. Se avecina un día asfixiante, el rutinario trabajo diario acaba conmigo. Treinta y cuatro grados y mi encargado dándome el tostón. ¿De dónde se habrá escapado este tío? Le han tenido recluido en un psiquiátrico hasta que nos lo han dejado aquí. Creo que no tengo un buen día, me da que hoy me va a costar entonarme. Voy a tomar un café con los colegas, hay poco trabajo, voy a aprovechar este ratillo para perderme.

¡BOOM! ¿Qué es eso? ¡Ostias! Al final de la nave hay mucho humo, no se ve nada. Sale gente corriendo, están saltando por los muelles como pueden. Suena la alarma y se han disparado los aspersores. Hay una confusión terrible. Sin pensarlo nos acercamos a la caótica zona, se escuchan gritos, intentamos socorrer las voces ahogadas, hemos sacado un compañero de debajo de una montaña de hierros hecha trizas; joder, es Michel, no respira. Hice un curso de socorrismo hace años pero no soy capaz de reanimarle, Gumi lo ha cogido y se ha puesto a hacerle la reanimación..., respira. ¡BOOM! Una segunda explosión en el otro extremo de la nave. ¡No! Es en la oficina. ¡No! Por Dios. ¡No! Allí está Mayca, emprendo la carrera hacía el edificio principal, donde trabaja mi chica, mi mujer, mi amor.

Está todo lleno de humo, salen las llamas por la ventana de la primera planta. La gente sale huyendo por donde puede, igual que ratas. Las caras desencajadas, manchas de sangre y muerte en sus cuerpos denotan la masacre que hay dentro. No veo a Mayca, pregunto a todo con el que me cruzo, nadie sabe nada. Voy a entrar, intentan impedirme el paso pero voy a entrar. Me cuelo por una ventana apestada de humo. Me arrastro por el suelo, intento subir en dirección al despacho de Mayca. No la encuentro, continúo la búsqueda por toda la planta. Hay mucha gente tirada medio asfixiados, no sé si estarán vivos, debo sacarlos. Voy ayudando a los heridos y les llevo en volandas a la calle, no puedo ir más rápido, es una carnicería, veo a muchos de mis compañeros sin vida. ¿Quién ha podido hacer esto? ¡BOOM!, otra explosión en los muelles del ala sur, el caos es absoluto. Me cuesta respirar, estoy agotado y el humo no me deja respirar, se me acaba el tiempo, tengo que seguir buscando... No queda nadie cerca, un último intento, debo seguir buscando, sin ella no me queda nada, Mayca espérame, sigue conmigo.

Mayca se encontraba reunida con el resto de compañeros sobrevivientes fuera de las instalaciones de la empresa, nerviosa, temerosa, sabiendo que muchos compañeros siguen dentro y que Tomás no ha salido. Su teléfono no lo coge nadie, siempre lo deja en la taquilla. No hay manera de entrar, la policía ha acordonado la zona, todo está lleno de ambulancias, bomberos. Están sacando muchos heridos. Las lágrimas surgen en el rostro de Mayca y la desesperación cada minuto es más profunda.

Infinidad de camillas salen volando por la puerta principal, heridos medio atendidos por los rincones esperan ser trasladados, no puede estar pasando esto. Tengo que encontrarle, ¿Tomás? Sólo hago esa pregunta por todas las camillas, a cualquiera que se me cruza. ¿Has visto a Tomás?, nadie me da la respuesta que quiero escuchar. Por delante de mí están sacando cuerpos, algunos sin vida... ¿Tomás? El fuego se está agotando, todo a mi alrededor está lleno de polvo y trozos de lo que era nuestro edificio y que ahora se mantiene de pie a duras penas.

Hay gente saliendo a la azotea, a pesar de la altura creo que uno de ellos es Tomás, alzo la mano intentando que me haga alguna señal. Se empieza a escuchar un profundo ruido, como un trueno. ¿Qué ocurre? El edificio se desploma ante nosotros. Los gritos apagan nuestras esperanzas...

Abro los ojos, inmóvil, absorta en mi desgracia, sudando, temblando, escuchando mi corazón. Estoy en mi cama, esta es mi habitación, a mi izquierda... No está. Suena el teléfono, contesto con amargura. Señora Torres, le llamo del Hospital Universitario de Getafe es en relación a su marido el señor Tomás Torres Bogarte.  ¿No está bien verdad?, dígame que le ocurre. Señora, ya no está entre nosotros, una explosión en su centro de trabajo ha acabado con su vida, falleció al llegar al Hospital.

Mi desolación es infinita. Tomás, cariño, porque me has dejado, ven por mí, no me dejes aquí sin tu mirada, sin tu beso secreto en mi boca, sin tu firme mano rozando mi corazón. Siento escalofríos, me tiemblan las manos, ha bajado la temperatura, tengo mucho frío, la habitación está totalmente oscura. Una pequeña luz amanece en la puerta, va creciendo por momentos, destellos luminosos que encienden mi cuerpo, alzo mis manos en su dirección, debo estar soñando de nuevo. Llévame contigo, llévame, coge mi mano, abrígame con tu fuerza.

Siete y cuarto de la mañana, suena la puerta en casa de los Torres, nadie contesta. Ocho de la mañana, aparece la policía y fuerzan la puerta del domicilio de los Torres. Dos cadáveres pueblan la cama conyugal. Sus sonrisas no reflejan la falta de vida de sus cuerpos, están agarrados de la mano y no hay síntomas de violencia. Cerramos expediente, muerte por amor.




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