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18/4/10

Mil horas de viaje.









Anochecía inexorablemente en el apartado lugar donde me encontraba, a mitad de camino hacia mi destino. Sin poder abrir bien los ojos, la tenue luz me molestaba infinitamente. Mi cabeza era como un tambor, retumbaban mis pensamientos. Aturdida no estaba segura de lo que ocurría. Me encontraba echada sobre el volante de mi coche aunque tras él sólo adivinaba arbustos y oscuridad. Casi inmóvil me pesaba todo el cuerpo, medio atrapada no conseguía librarme del cepo en el que mi vehículo se había convertido. El frío comenzó a introducirse por todos los poros de mi piel. -¿Qué me pasa?, ¿dónde estoy?, ¿cuánto tiempo llevo aquí?-. Un ligero llanto irrumpió lento en mis mejillas, la desolación amargaba los eternos minutos que transcurrían. Me sentía incapaz de salir. Poco a poco recuperé la calma y el dolor de las magulladuras brotaba por todo mi cuerpo.

Suena el motor de un coche en la lejanía, la esperanza del auxilio se acerca. Muevo ligeramente la cabeza para intentar hacer sonar mi claxon, la barbilla elevada hace que el estruendo de mi coche retumbe en mis oídos.

El ruido de motor se detiene, -¿me verán?, consigo encender las luces de avería de mi accidentado utilitario empotrado bajo un viejo roble y rodeado de arbustos. Oigo puertas abriendo y cerrando, pasos aplastando la hojarasca. Intento gritar sin la suficiente fuerza para que nadie me escuche.

Se acercan y tiran de la puerta del auto sin desplazarla. Por lo menos son tres individuos. -Liberarme por favor, estoy mal herida, ayudarme-. Me cuesta respirar y aún más gritar. -Creo que no me escuchan-. Por fin abren la puerta. -Gracias, no puedo más que daros las gracias, gracias. Me agarran como pueden para sacarme de mi jaula. Después de muchos intentos y de liberar mi pierna derecha que se mantenía atrapada me veo tumbada en el exterior, sólo veo el brillo de las estrellas que me reconfortan.

-Es muy atractiva, no podemos derrochar tanta belleza.
-Si, es una preciosidad. No la toques, sabes lo que tenemos que hacer.
-Venga tío antes podíamos tener un desahogo con ella.
-Vosotros siempre igual, os da igual todo, no podemos retrasarnos. Terminad lo mandado y vámonos. Increpó la voz de una chica que se acercaba a la escena.
-Noe, tranquila tía puedes participar. Ven aquí.
-No seáis cafres, dejarla tranquila.
-Cariño bájate los pantalones, apóyate en el coche que me vas a decir al oído que es lo que quieres.
-Déjame en paz, estúpido.
-Charlie, háztelo con la moribunda y yo con Noe, luego cambiamos.
-Estás loco, es que eres imbécil.
-Toma Charlie, un trago te animará. Enciendo un peta, ya verás como lo ves de otra manera.
-Noe ponte cómoda cariño vas a pasar un rato inolvidable cielo.

Me deslizo bajo los matorrales mientras discuten. Me duele todo el cuerpo, el frío me paraliza y me muevo con extremada torpeza. Apenas me separo unos metros, ¡Ah!, soltarme, sujetan mis pies con fuerza, tiran de mí, me arrastran mientras constantes improperios rezuman en mi tristeza. ¡Socorro!, ¡socorro!, ¿qué me vais a hacer?, soltarme, ¡no!.

Abandonada en un rincón escucho como discuten lo que van a hacer conmigo. -No me puede estar pasando esto, necesito pensar, debo hacer algo, tengo que huir-. Alcanzo una pequeña rama, parece dura, la guardaré cerca de mí, bajo los rastrojos. Un silencioso llanto derrite el maquillaje preparado delicadamente para mi amor. ¡Ernest te quiero!.

Manos insolentes a tirones van derribando mis pantalones. Mi cintura desnuda muestra un pequeño tatuaje, una cobra. Cuando nos enamoramos dibujamos nuestra pasión en forma de serpiente, la figura que da paso a mi sexo, su sexo, ahora será también suyo.

Mis intentos por rebelarme son infructuosos, sólo recibo golpes por el detestable obseso que me ataca y me tiene desnuda en este desolado rincón. -No ves mis heridas, no sabes lo que es la compasión-, grito dentro de mí. Su fuerza me inmoviliza, apenas puedo moverme, soy presa de sus acometidas, soy fácil para él. Del cuello le agarra su compañero y le zarandea de improviso. A golpes mi libertad pende de un hilo. La chica se lanza encima del muchacho que me protege y le manda sucesivos golpes que otorgan ventaja suficiente para hacerse con él. Vuelven por mí.

Pegándome me llevan hacia su coche, me resisto todo lo que puedo, no debo permitir que me lleve. Una patada en los huevos no puede fallar, apenas se ha enterado. Tirada en el suelo soy víctima de fuertes golpes.

Han dejado aturdido a su compañero. No me queda ayuda, resistiré. Ernest estará preocupado, se dará cuenta de que es muy tarde y que algo está ocurriendo, estará llamándome pero no oigo sonar el teléfono. No puedo parar de llorar. Un enorme búho me mira desde una rama.

Una sonido de sirena lejano, aleluya, vienen a buscarme, seguro. El vehículo se ha detenido, están dando el alto a estos cerdos, huirán a su madriguera. Ahora que, ya no sois tan valientes. Se resisten a la detención, salen corriendo, están locos. Un disparo ha cruzado cerca de mí. El policía no para de dar voces. Los disparos se suceden persiguiendo a mis captores, uno de los disparos atraviesa el cristal de mi coche. El búho huye arrancando las hojas de alrededor.

Han conseguido reducirlos, uno de ellos no se mueve y el otro es sujetado por uno de los agentes. Dispara!! grito vengativa.

Piden refuerzos, escucho como hablan con la central y solicitan también ambulancias. No soporto más, veo que uno de los agentes viene a socorrerme.

Está bien señora, permítame que le ayude. La ambulancia está en camino, este tranquila enseguida los servicios médicos le socorrerán, no se mueva por favor.
Muchas gracias, no podía resistir más, estoy agotada.
Oiga, no se desmaye, vuelva, oiga.

Varias horas más tarde...

Despierto con una voz susurrante que no cesa, mareada miro a mi alrededor, no comprendo que ha pasado y quién es la persona que tengo enfrente. Me exige autoritariamente que abra las piernas. ¿Quién eres?, no contesta, mi desviste a tirones sin decir palabra. ¿Dónde están los demás?. Sin respuesta está inmerso en dejarme expuesta. Miro a mi alrededor y allí está la mujer, Noe, si Noe, doliéndose de la pierna, no veo a los otros. Uno de los policías yace tumbado, se han vuelto locos. El otro policía no está por aquí. -Ves cariño como me puedo encargar de todo, de ti, de Noe, de los polis. Con un poquito de sorpresa y sangre fría te haces con cualquiera-.

¡Ah!, me arrastra del pelo. No me des patadas cabrón. Sin mirarme de nuevo me lleva tras mi destartalado coche mientras no ahorra insultos hacia mis anteriores captores, va hablando solo mientras tira de mí. Me violará, por favor no lo hagas, no me fuerces, te lo suplico, déjame. Se abalanza sobre mí, con agresividad me voltea, me agarra la cintura con fuerza y lanza oscuros besos sobre mi cuerpo.

Nauseas, gritos de rechazo, la cruda realidad revienta mi intimidad. Manchada del sudor de esta fiera que no es un hombre, sus embestidas ensucian mi mente, sólo deseo matarle. Intento en vano desprenderme de él, no puedo, apenas interrumpo sus deseos. Está dentro de mí.

Su áspera penetración es recibida con rígida tensión, duermo mis sentidos intentando evadirme del lugar, sólo sujeta por su mano marcada en mi cuello. -Date la vuelta puta-, de un impetuoso giro forzado me veo mordiendo la arena. Me sujeta por los hombros, se balancea sobre mí y domina todo mi cuerpo con la ira de un perro rabioso. Grito sin consuelo, el silencio me responde con la soledad de las garras de este monstruo que me posee.

El palo, justo ahí oculté el pequeño palo puntiagudo. Está inmerso en tenerme, no me presta atención, sabe que soy suya. Si estiro la mano lo podré coger. ¡Ahhhhhh!, toma animal. Clavo mi arma sobre el costado de mi agresor, le obligo a doblarse aullando de dolor. Me tiro hacía él. Extraigo mi defensa de su cuerpo y borbotones de sangre ensucian mis manos, de nuevo asesto un golpe mortal en el vulgar pecho que hace un momento me inmovilizaba.

Alrededor de mi coche veo a mis asaltantes mal heridos, sólo la mujer mira de reojo sin el suficiente valor de soltar una sola palabra. A duras penas me encamino hacia la carretera que me ha traído hasta aquí. Arrastro mi pierna derecha como puedo, con las fuerzas justas y con mi cabeza retumbando de dolor sólo me acuerdo de Ernest.

Es una noche oscura, estoy helada. No sé si seré capaz de conducir el coche de estos imbéciles. Abro la puerta cuando veo un coche a lo lejos. Con dificultad subo al vehículo parado en el arcén, me acomodo en el asiento y enciendo el motor, su música celestial me llena de coraje. Por fin saldré de esta pesadilla. Despacio y sin prisa emprendo camino a casa, parare en el Hospital y desde allí llamaré a mi marido.

El vehículo que advertía hace un momento pasa de largo, no iba muy rápido pero poco a poco desparece. Otro coche viene de frente, es el mismo que acaba de pasar, y se detiene frente a mí.

Aparece un hombre enorme con cara marcada por enormes cicatrices. -Sal de ahí, puta- y de un puñetazo me manda a soñar.

De nuevo un resplandor despierta mis sentidos, deslumbrada intento definir las imágenes que con dificultad llegan a mi aturdido cerebro. Una sala enorme me acoge pero no la de un hospital sino en apariencia es un anticuario, rodeada de obras de arte preciosas intento espabilarme. A pesar de los dolores que mi cuerpo no dejaba de recordarme me entretuve con gusto en saborear la alcoba que me custodiaba.

Comencé a escuchar golpes fuertes al otro lado de la pared. Miro de arriba a abajo la pared que me ocultaba de los golpes, voces lejanas llegaban con dificultad hasta el laberinto de mis oídos. Silenciosamente me acerco a la dormida chimenea que tras de mí gobernaba la rebosante habitación, agarro el atizador que ya no soltaré, será una extensión de mi cuerpo. Cómo se les ocurra venir se enterarán, me digo a mi misma no se si para animarme o para convencerme de ser más fuerte que ellos.

No quitaba los ojos de la gruesa puerta que daba paso a mi vulnerabilidad, escondida y muerte de miedo esperaba el encuentro con lo desconocido. ¿Dónde está Ernest?, la maldita pregunta retumbaba en mi cabeza como los martillazos del otro lado del muro.

No tenía por donde salir, las ventanas enrejadas y la robusta puerta cerrada que apenas notaba mis esfuerzos por abrirla me apresaban dentro de mi desesperación.

Pasos y graves voces se aproximaban, mis nervios me ocultaron bajo la cama. Sujeté el atizador con las dos manos. Se abrió la puerta, asomaban varios zapatos en la entrada, al menos cuatro o cinco personas reían buscándome. Una lágrima asomó llena de cólera, me mordí la lengua en el momento en que la única idea en mi mente era “matar”. Asesinar era lo único que no abandonaba mi cerebro. No voy a permitir que me toquen, antes me llevo a alguno conmigo.

Asomó una cara bajo la faldilla de la cama y aproveché para darle un regalo con toda la energía que pude concentrar. Saltó eléctricamente hacia atrás, gritaba como un niño. La voz de una mujer me ordenó que saliera, orden que no pude cumplir, el miedo me tenía paralizada aunque sabía que iba a ser igual. Un fuerte golpe empujó la cama varios metros por detrás de mí y quedé expuesta a un numeroso grupo de personas que sin pestañear me vigilaban. Por lo menos uno no me miraba, sólo atendía a la brecha que yo le había producido.

-No va a ocurrir nada, no temas-, una voz familiar llego a mi esperanza. Ernest grité, Ernest, mi amor, gracias, gracias le decía rompiendo a llorar sin dejar la posición fetal en la que me encontraba. -¿Qué podemos hacer con ella?-, dijo la voz femenina en tono cariñoso, los miré y di cuenta de que yo sobraba entre los dos, -debe morir ya lo sabes- remató mirando la cara silenciosa de mi marido. Ernest me miró por un momento y desapareció por donde había entrado. -Ha costado hacernos contigo pero no creas que te vas a librar, Toni no dejes huellas, ya sabes en el bunker la puedes enterrar- No paraba de hablar mi amenazante amiga.

Me resistí lo que pude, se hicieron conmigo en cinco segundos. Callaron mis gritos con una toalla, me amordazaron con cinta adhesiva y me enrollaron con una vieja manta con putrefacto perfume. Entre dos me sacaron como un trofeo de caza, estábamos en la calle, el aire helador se colaba introduciéndose poco a poco en mi ánimo. Unos diez minutos más tarde la poca luz que notaba despareció y al poco me lanzaron al suelo. Les oí charlar mientras se alejaban, aguanté unos instantes antes de intentar liberarme. Mientras me movía tanteando las ataduras la manta fue desenrollándose. Advertí en la oscuridad, con todo el esfuerzo de mis corneas, que mi albergue era una fosa con varios cadáveres, entre ellos... “yo”.

A poca distancia, en una lujosa habitación donde colgados lucían hermosos cuadros, donde el gusto por el arte daba pistas sobre un espíritu inconformista, dos manos entrelazadas sonreían. Fugaces besos caían sobre las sabanas. A su izquierda una mesa de tocador llena de cremas, olorosas fragancias, un barroco tocador con un gran espejo que reflejaba polvorosas lineas blancas. Una caja de música sonaba entre el lejano ruido de incansables pasos. Transeúntes que paseaban delante de la puerta de la pareja dando novedades de la marcha de un gran laboratorio de cocaína.

Ha salido todo a pedir de boca, bésame. Decía Ernest al oído de su compañera.
Eres un genio mi amor. Dame otro poquito de champán.
Por tí tesoro. Chin Chin!!

8/4/10

Relato escrito por Idrf.

El Hoyo.
Basado en hechos reales, relatados en http://www.pordescargadirecta.com/hablando-todo-un-poco/136610-curiosidades-el-agujero-mas-profundo-la-tierra/

27 de Mayo de 1989. Península de Kola, Rusia

Todo indicaba que iba a ser otra aburrida noche, como todas y cada una de las más de setecientas anteriores que llevaba allí el décimo reemplazo del proyecto "Hoyo Súper Profundo". Solamente llevaban allí dos años, pero a la mayoría de técnicos y operarios les parecía que llevaban allí toda una vida. El proyecto llevaba en marcha desde 1974, y ya se había convertido más en una quimera que en un experimento, debido a las últimas dificultades que habían sufrido. Ahora que estaban tan cerca de su objetivo, parecía que las fuerzas se unían para hundir el proyecto sin que este consiguiese su fin. Lo que había comenzado como un excitante proyecto lleno de expectativas y frutos que conseguir, se había convertido en una obra faraónica, que podría ser tildada de "maldita". En los últimos meses la cadena de acontecimientos había sido casi catastrófica. Fallos mecánicos a diario, graves accidentes que no tenían por qué ocurrir proliferaban con una facilidad pasmosa. El más grave que habían sufrido paró el proyecto más de cuatro meses. El operario de mantenimiento de la potente perforadora Uralmash 4E, responsable de llegar al objetivo de los quince mil metros de profundidad, sufrió un extrañísimo percance en el que perdió un brazo y la mitad de la mano del otro. Un hecho bastante inusual para un hombre con más de treinta y cinco años de experiencia. Pero más extraño resultaba el tiempo que se tardó en mandar un sustituto, era comprensible que fuese difícil encontrar a alguien con tanta experiencia, pero cuatro meses parecía un tiempo mucho más que prudencial.
Desde la Administración en Moscú todo lo achacaban a fallos burocráticos. Curiosamente esta misma Administración era la que permanentemente estaba presionando a Azzacov de que necesitaban ya de “datos esperanzadores" decían, para poder seguir financiando semejante obra de ingeniería. Azzacov nunca se había opuesto al control del proyecto por parte del Gobierno, al fin y al cabo ellos pagaban. Ellos tendrían su preciado oro negro y él la cantidad de datos suficientes para acabar con éxito su Teoría sobre el Manto Terrestre, y si con un agujero de quince kilómetros no los conseguía nunca lo haría. Pero el doctor cada vez veía más difícil el poder ofrecer lo que con tanta vehemencia había prometido Pero algo no iba bien. Allí había más gente de lo normal. Las reuniones eran para personal científico y técnico, pero allí estaban todos...personal de servicios, sanitarios, toda la ante el Consejo de Recursos Energéticos: la mayor provisión de combustible fósil que el Hombre hubiese conocido nunca.
El Dr Azzacov, director del proyecto y reputado hombre de ciencia, aparecería en el hosco salón de actos del campamento base, sacaría una ristra de papeles, datos, números... que la mayoría de los presentes no entenderían, pero una de las premisas de Azzacov era que todo el que estuviera implicado en el proyecto conociera los datos básicos de cómo se estaban desarrollando las cosas. Lo que pasaba era que el concepto de "básico" del doctor Azzacov no se correspondía con el de la mayoría de la gente. Así que los presentes se sentaron lo más cómodamente que pudieron y se dispusieron a disfrutar de la magnífica noche de “diversión” que el doctor les habría preparado.

Casi toda la base estaba allí. Algo malo había pasado de nuevo y la gente lo sabía, de hecho los murmullos iban aumentando a medida que pasaban los minutos. Las 45 (cuarenta y cinco) personas allí reunidas sabían que Azzacov no sería portador de buenas noticias. La última vez que sucedió algo así fue para anunciar la misteriosa desaparición del cocinero Mihkail Voromin, nadie supo nada de él de un día para otro y, pese a varias búsquedas intensivas, lo habían dado por perdido. Nadie supo explicar qué podría haber ocurrido.
La gente se impacientaba por momentos y tras llegar a hacer apuestas sobre el tipo de incidente que les había congregado a todos, el doctor Azzacov y su segundo -el agregado científico Dr. Panchev- irrumpieron en la sala. El silencio se hizo sepulcral y la expectación fue máxima. Dimitri Panchev, más bien introvertido y poco accesible, era un hombre metódico que apareció como “agua de mayo” en un momento difícil de la prospección y dio dos o tres soluciones que salvaron al proyecto de una cancelación segura. Así que se podría decir que Azzacov y Panchev eran el alma del proyecto, sin duda Azzacov, quien se veía recogiendo el Nobel en Estocolmo, tendría la consideración de incluir en su Teoría del Manto a su colega Panchev.
Los dos atravesaron la sala de manera ágil y subieron al atril donde normalmente hacían las exposiciones que tanto aburrían al personal. Pero algo en sus caras denotaba que esa noche no iba a ser tan soporífera. De un maletín Panchev sacó unos rollos de cinta magnética y las colocó en el magnetófono, y dispuso todo perfectamente para cuando el Dr. Azzacov le pidiese que pusiera en marcha el aparato.
-¡Joder!, al final es otra sesión de ruiditos raros y longitudes de ondas, todavía recuerdo a que suena el cuarzo...lo tengo metido en mi cabeza… -espetó uno de los operarios de maquinaria pesada que allí se encontraban.
Parte de la sala soltó una carcajada y el ambiente se distendió durante unos instantes. Quizás, después de todo, una suerte de exaltación de la imaginación grupal -estimulada por el cansancio, los accidentes y los rumores- había sido la responsable de aquella preocupación colectiva.
-Señor, con todos los respetos... -dijo uno de los responsables médicos - …no creo que una sesión de bips y clases de cristalografía sea lo que ahora necesitan nuestras cabezas.
Y era cierto, en las últimas semanas se habían multiplicado los casos de cefaleas, mareos y vómitos, y nadie sabía muy bien por qué. Algunos lo achacaban a la mala alimentación que estaban teniendo. Nadie podría presuponer que la falta del cocinero Voromin iba a ser tan notoria…
-Lamentablemente -dijo Azzacov- lo que hoy nos reúne no es una sesión de geología sónica, como dice el sr. Biriev. Esto es algo más serio. Algo tan serio que sin duda no les dejara indiferentes. Como todos ustedes saben ayer alcanzamos la marca de doce mil doscientos sesenta y dos metros en "El Hoyo". En estas profundidades lo normal es que nos encontrásemos secretos escondidos, a nivel geológico. Pero nunca encontrar algo de esta naturaleza. Los datos técnicos recogidos en este punto nos dicen que el incremento de temperatura es muchísimo mayor del que deberíamos tener. Nuestras previsiones eran de un aumento hasta los cien grados Celsius y nuestros datos nos indican una temperatura de más de mil grados Celsius … bueno, eso fue lo que nuestros aparatos llegaron a registrar antes de estropearse.
La sala estaba completamente en silencio. Azzacov había captado por completo la atención de todos y cada uno de los presentes. Pudo apreciar cómo los semblantes de los presentes se tornaban serios, pese a que últimamente ya estaban acostumbrándose a recibir malas noticias, nadie escapaba al escalofrío que se siente cuando se sabe que algo malo va a ser revelado. Y en este caso quizás no hubiera algo peor que revelar...
-Los sonidos que están a punto de escuchar provienen de lo más profundo del "Hoyo". Como saben la perforadora se encontró con gran material de tipo arcilloso, que facilitó el trabajo y pudimos avanzar dos kilómetros sin problemas, hasta que de repente nos encontramos con un muro impenetrable que nos partió cinco kilómetros de extensión de la perforadora sin posibilidad de recuperación. Decidimos aprovechar este instante. Esta vez optamos por grabar el tipo de material que la perforadora se iba a encontrar, para adaptar la punta de la Uralmash 4E a las nuevas condiciones. Tras varios análisis y horas de escucha del material grabado lamentamos el no poder dar ningún tipo de explicación a lo que están ustedes a punto de escuchar. Sólo les puedo decir que es algo fuera del alcance de nuestra comprensión…
Con un gesto el Doctor Azzacov indicó a su amigo Panchev que pusiera en marcha el reproductor. Éste, nervioso y con gesto torpe, dio al interruptor del aparato y los rollos de cinta comenzaron a girar. Tras unos instantes de sonido cavernoso y monótono, por los altavoces de la sala empezó a sonar algún tipo de gemido que fue aumentando en intensidad. A éste se le unieron centenares de voces chillando, formando lamentos que prácticamente hacían estallar los oídos de los allí presentes. Eran quejidos y gritos de tal pavor que no hubo nadie en esa sala que pudiera soportar semejante ráfaga de dolor. Eran voces perfectamente definidas. Había hombres, había mujeres e incluso niños. Niños a los que se podría pensar que estaban arrancando la piel. Aquellos sonidos que parecían reflejar una agonía inhumana se introdujeron en los cerebros de los asistentes provocándoles un extraño estado de ebriedad, como si el vodka hubiera corrido por sus gargantas de manera incontrolada. Algunos de los presentes en la sala sintieron punzadas en el estomago y no pudieron contener el vómito. Todos y cada uno de ellos pudieron imaginar una escena en la que millares de personas sufrían al unísono un castigo desmesurado, un castigo de tintes...bíblicos.
- ¡Pero qué clase de broma es esta! -chilló airado uno de los técnicos.
- Lamentablemente esto no es ninguna broma. Lo que están escuchando es lo que nuestros aparatos de precisión han registrado. El doctor Panchev y yo mismo nos hemos ocupado personalmente de verificar todos los datos e imagínense nuestra sorpresa al encontrar esto…-explicó Azzacov
El murmullo en la sala superó los límites y se tornó en griterío ensordecedor. Allí cada uno estaba expresando sus miedos y contando anécdotas e incidentes, las cosas extrañas que les habían acontecido en las últimas semanas. El doctor Azzacov intentó, sin éxito, calmarlos. Bien sabía que cuando la gente se asusta, es mejor dejarles que se desahoguen. De repente, un grito hizo enmudecer la sala…
-¡Boris! ¡Boris!.., ¿qué te pasa amigo..?
El conductor de volquete Boris Kolic había caído fulminado al suelo. Su amigo Piotr estaba intentando reanimarle, pero Boris no reaccionaba. Boris estaba sangrando por la mayoría de los orificios de su cara y –aunque no era visible- también del cuerpo. Era una sangre espesa y muy oscura que chorreaba en gruesos hilos y que en un instante inundó varias baldosas del frío suelo de la sala de juntas.
Nuevos gritos recorrieron de lado a lado la sala. Se fueron formando corrillos alrededor de otros que ya estaban sufriendo esta especie de ataque… y nadie podía hacer nada. Los afectados sufrían espasmos y expulsaban fluidos por oídos, ojos, nariz y boca de una manera casi grotesca. En algunos casos, a la pérdida de fluidos había que añadirle el hecho de que los cuerpos comenzaban a perder piel y carne también, como si de leprosos se tratara. En otros casos las extremidades se hinchaban cual globos de feria hasta que estallaban por la presión interna. Un total de 21 personas presentaban los mismos síntomas. En un momento el suelo de la sala se tornó de rojo oscuro con restos humanos licuándose, gente chillando, llorando gritando e incluso rezando en una de las escenas más apocalípticas que se pueda imaginar.
El Doctor Azzacov desde su atril podía observar la dantesca escena en toda su dimensión, pero el terror le impedía moverse. ¿Qué demonios estaba pasando allí? De repente, un relámpago recorrió su espalda, poco a poco cerró los ojos para evitar la escena de horror que transcurría enfrente suyo y sintió como un líquido viscoso, caliente, empezó a resbalar desde ojos y nariz, y mientras notaba que iba perdiendo la consciencia pensó: “¡Dios Santo! ¡esto es el Infierno en la Tierra..!”


15 de Julio de 1989.Washington DC


-¿Cómo demonios puede no gustarle a alguien esta canción??
En el despacho de Michael Harris sonaba “Sweet Home Alabama” de Lynyrd Skynyrd. El Director Adjunto de Operaciones de una de las agencias mas secretas de EEUU, notaba su sentido patriótico inundándole por completo. Harris era el típico norteamericano bruto, bastante inculto, fiel miembro republicano de la “Sociedad del Rifle” y uno de los mejor posicionados para ser el próximo presidente de los EEUU, no por sus dotes intelectuales, sino por sus contactos en las altas esferas de la Capital. Desgraciadamente para el mundo, el que un animal sin moral ni el más mínimo atisbo de lucidez llegase a controlar los hilos del país más poderoso de La Tierra, llevaba ocurriendo desde hacía décadas. Por una serie de casualidades Harris había llegado a ocupar uno de los puestos más determinantes en el devenir de la Historia. Y desgraciadamente su falta de escrúpulos hacía que las decisiones que tomaba tuvieran consecuencias que a menudo pagaban demasiados inocentes. El timbre del intercomunicador sonó y la voz de la secretaria de Harris resonó a través del altavoz:

- Sr Harris… tiene usted una conferencia desde Rusia, ¿desea recibirla ahora?
- Si Kate, pásamela con código de seguridad 3. La estaba esperando con urgencia. -contestó Harris exaltado. Al otro lado del teléfono restalló una voz con un marcado acento ruso.
- ¿Subdirector Harris? “Dobrae utra”, míster Harris. ¿Estamos dentro de los parámetros de seguridad?
-¡Duncan viejo zorro! Sí, tranquilo, todo está controlado, puedes empezar a soltar por esa bocaza tuya jajaja. Qué alegría oírte, eso me indica que todo ha salido a pedir de boca ¿no?
-La verdad señor Harris es que todo ha salido mejor de lo que esperábamos, hemos contado con varios golpes de suerte que nos han facilitado enormemente la labor…
De repente el acusado acento ruso de Duncan fue desapareciendo dejando al descubierto un perfecto inglés neutro que haría imposible discernir cualquier ubicación geográfica, una cualidad básica indispensable en un espía de categoría A1.

- Bueno Duncan, ponme al día. Quiero saber todos los detalles sobre la “Operación Grand Slam”.
Harris se sentía especialmente orgulloso del nombre de la operación, ya que lo había elegido él personalmente, en un claro homenaje a la maravillosa novela de Ian Fleming “Goldfinger”, donde Auric Goldfinger trama un espectacular plan para robar el oro de Fort Knox, hábilmente desbaratado por el incansable James Bond. Pero dicho plan quedaba totalmente eclipsado por la magnitud del plan que aquí les tenía reunidos.
-Señor, me alegra comunicarle que el proyecto "Hoyo Súper Profundo" ha sido cancelado. Los hechos acaecidos el 27 de Mayo fueron determinantes. Lo único que queda allí es un agujero descomunal, que para lo único que servirá en un futuro será como reclamo turístico de viajeros aburridos.
-No sabes cómo me alegra oír eso Duncan. Todavía no me lo creo,doce años de trabajos de prospección y en solo dos te has cargado todo el proyecto. Tienes un futuro prometedor, aquí en D.C. se necesita gente con tus aptitudes.
-Bueno señor, como le digo ha habido varios golpes de suerte. ¡Quién iba a pensar que mis conocimientos en Termodinámica y Electroacústica iban a ser tan cruciales en el "Proyecto Hoyo Súper profundo"!
Duncan, también conocido como el Dr Dimitri Panchev durante los últimos veinticuatro meses, llevaba doce años infiltrado entre las filas enemigas. Como buen espía se supo posicionar muy bien en el organigrama político del Estado Ruso y estar así al tanto y enterado de casi todos los proyectos que pudieran crear un conflicto de intereses a su amado país. Así fue como llegó a sus oídos el Proyecto “Hoyo Súper Profundo", un plan destinado a encontrar petróleo en la que se suponía una zona de altas probabilidades de éxito. Tuvo que salvar un par de escollos, entre ellos eliminar al verdadero doctor Panchev, para poder estar en primera línea y dominar toda la situación, pero ello no supuso ningún problema para uno de los mejores agentes de la CIA.
-¿Suerte? Por favor Duncan, no te quites méritos... -bramó Harris. La escena de la sala de actos, con gente chillando sangrando y deshaciéndose es producto de la mente de un genio. Esa precisión milimétrica no es producto de la suerte.
-La verdad señor es que esa precisión se la debemos a nuestra división científica. Esa cepa mutada y acelerada del virus Ébola es una maravilla. Vivió aletargada en los cuerpos de sus portadores hasta la hora exacta. Todavía no sé como son capaces de hacer esas cosas…
-Vainas degenerativas o algo así, me pierdo en esas mierdas técnicas -añadió Harris- Solo sé que tuvimos que matar a muchos “flacuchos” allí en África antes de lograr algún resultado provechoso. Bueno, ya les mandamos ayuda humanitaria de vez en cuando… ¿no? Son daños colaterales...
-Sea como sea, gracias a eso, al trabajo de desinformación, a la exageración de datos esenciales para la investigación y a las trabas burocráticas, hemos podido salirnos con la nuestra… -Duncan se sentía muy orgulloso del trabajo realizado, aunque nunca denotaría indicios de ello. Había aprendido que mostrar sentimientos en este trabajo podía llegar a resultar muy peligroso.
-Sí, es cierto -afirmó Harris- Sólo tengo una pregunta… ¿Cómo demonios te las apañaste para infectar de esa forma tan selectiva a tus objetivos? Aquí en la Agencia hemos hecho muchas suposiciones, pero ninguna parece viable. Así que venga, ¡cuéntamelo de una vez!
-Pues ciertamente el asunto me llevó más de lo esperado y varias noches en vela. Pero un día, mientras estaba en el comedor, la luz se hizo delante de mis ojos: el cocinero..., el cocinero era la clave.
-¡Joder! El cocinero…claro, él podría poner el virus tranquilamente en cualquier objetivo. Pero… ese no estaba en nuestra nómina ¿verdad?
- No, efectivamente no estaba en nuestra nómina. Pero el dinero es un bien muy preciado por estas tierras, afortunadamente nosotros lo tenemos…y en abundancia. cien mil dólares por objetivo fue más que suficiente para convencer a Mikhail.
-Duncan...eres “el puto amo” de los putos genios...pero, entonces, ¿tenemos cabos sin atar? Sabes que esta operación se basa en el más absoluto secreto, sólo tú, yo y el que suelta la pasta estamos al tanto, ¿comprendes?
-Tranquilo señor, no hay cabos sueltos. Digamos que Mihkail está descansando... profundamente.
-Me alegra escuchar eso Duncan. Confío totalmente en tu "profesionalidad". Bueno pues ya casi estamos listos para comenzar la 2ª fase. -Harris adoptó una postura y un tono marciales.
-¿Segunda fase? -inquirió Duncan. -¿Qué segunda fase? Pensaba que la operación finalizaba en este punto…
-Deja que te ponga al día de la nueva situación Duncan, las cosas han cambiado un poco. Tras tu éxito al detener el "Proyecto Hoyo", nuestros mecenas pensaron que no se podía desperdiciar una ocasión así. Por eso… digamos que se ha ampliado la envergadura de la operación. Tras conocer la facilidad con que desbarataste todo el proyecto, a nuestros “mecenas” les entró la avaricia y decidieron que hacerse con el crudo debía de ser nuestra máxima prioridad. Así que inmediatamente comenzamos con los trabajos de reconocimiento de terrenos y de viabilidad geológica y dimos con el enclave perfecto para empezar a sacar el crudo: Chernóbil.
-¿Chernóbil? –pero señor… eso es un cementerio... ¿el accidente de hace tres años?
-Accidente...sí, en cierto modo lo fue. Digamos que fue un accidente provocado…¡JA JA JA! -la risa de Harris retumbó por todo el despacho.
Esa carcajada provocó un escalofrío que recorrió el cuerpo de Duncan. Él había hecho muchas cosas malas en su vida e incluso de alguna llegaba a tener algún tipo de remordimiento, pero provocar un holocausto nuclear y disfrazarlo de accidente era algo que escapaba a su raciocinio. Resulta que la ciudad era perfecta ya que los terrenos sobre los que se asentaba eran los propicios para empezar los túneles. Y casualmente había una central nuclear que venía que ni pintada para lograr los oscuros propósitos de los “patrocinadores” de la operación.
-¿No pensarías que íbamos a dejar allí todo ese petróleo para que los comunistas se hagan con él tarde o temprano? De hecho, ese es tu nuevo destino Duncan. Te quiero allí para que seas mis ojos y te cerciores que todo va según lo planeado. Te mando un dossier confidencial y te pones de inmediato en acción, ¿entendido? -Harris retornó a su pose marcial.
-Pero señor… dos cuestiones…la primera: la radiación... ir allí es una muerte segura y yo quiero mucho a mi país pero más a mi vida, y la segunda: una cosa es parar un proyecto y otra muy distinta es ir al país enemigo y robarles el petróleo en sus mismas narices, y más difícil aún, sacarlo de allí…
Harris, con un tono paternalista, le dijo: “Duncan, ¿crees que no hemos tomado las medidas oportunas? Te haré un resumen de la operación aunque lo tienes todo en el informe que te estoy enviando.
El informe detallaba con claridad cómo habían conseguido una concesión para construir un arca que ocultaría la radiación de la Central, una obra que duraría varios años. Los suficientes para cumplir con el verdadero motivo del desembarco de un auténtico ejército en tierras soviéticas. El objetivo de Harris y sus “mecenas” era hacer el mayor oleoducto de la historia. Con la central nuclear como punto de partida, barrenarían hasta dar con la descomunal masa de hidrocarburo para empezar a bombearla.
-Pero señor… ¿cómo van a sacar el crudo desde Chernóbil? es una de las zonas con mayor actividad militar y política hoy por hoy. -Duncan no era capaz de entender la osadía del plan de Harris.
-Muy sencillo...no lo haremos. A la misma vez que se construya el túnel hacia el crudo se estará construyendo otro hacia una de las regiones soviéticas considerada como “zona caliente”, una de esas que actualmente ya están bastante agitadas. Nuestros agentes predicen que en dos o tres años la zona va a explotar y allí estaremos nosotros para aprovecharnos. ¡Joder! llegaremos allí con nuestra Coca cola y el puto Mickey Mouse, unas cuantas armas y un poco de asesoramiento militar y ya lo tendremos, un aliado que nos permitirá sacar todo el petróleo que queramos desde su territorio, a cambio de unos beneficios y nuestra protección -Harris soltó otra de sus carcajadas- No hay nada imposible Duncan, solo planes mal ejecutados…
Duncan sabia que Harris estaba en lo cierto. El gobierno soviético llevaba demasiado tiempo oprimiendo a las diferentes etnias que conformaban las numerosas provincias anexionadas casi a la fuerza. Un poco de propaganda en contra del gobierno, algún atentado en puntos claves y tendrían el escenario perfecto para sus propósitos. Se quedo pensativo durante un instante y llegó a la conclusión de que por muy gigantesco que pareciera el plan, acabaría ejecutándose a la perfección. No en vano, los EEUU llevaban poniendo y quitando gobiernos más de tres décadas y claro, el hecho de hacerse con un tercio de las reservas de petróleo del planeta era un premio demasiado valioso como para no intentarlo.
-Y antes de que me lo preguntes de nuevo… también hemos solucionado el problema de la radiación. ¿Alguna vez te he hablado de nuestra sección de proyectos militares?
-Sí, por supuesto, los de DARPA, ¿no? -contestó Duncan.
-Sí, exacto, mis “chicos listos”. Pues resulta que pusieron sus cerebritos a trabajar en la reconversión de algunos de los prototipos secretos de equipos autónomos aislantes diseñados por la NASA y el resultado son unos trajes anti radiación de última generación. Prácticamente irrompibles, ignífugos, impenetrables, permiten trabajar durante un mes sin necesidad de ningún tipo de mantenimiento. Ya he ordenado su producción en serie. Así que no nos queda más que ser un poco pacientes y continuaremos siendo el país más poderoso sobre la faz de este asqueroso planeta durante mucho tiempo… -esta vez, la risotada de Harris se le antojó a Duncan como emergida de la mismísima garganta de Satanás…
Duncan, resignado aunque insuflado de nuevas energías provocadas por la excitación del nuevo proyecto, miró el auricular del teléfono, inspiró fuerte, lo volvió a colocar en el oído y con voz firme y renovada preguntó
-¿A qué hora sale mi vuelo, señor?

EPILOGO

El Hoyo
El silencio reinaba en el “Hoyo Súper Profundo” de Kola. El tránsito aéreo continuaba restringido debido a los accidentes provocados por el efecto de succión que originaba el Hoyo. Nada hacía presagiar que esa zona iba a ser tan determinante en el curso de la Historia. En el fondo del Hoyo, exactamente a doce mil doscientos sesenta y dos metros descansaba el cuerpo sin vida de Mihkail, o más bien el guiñapo deforme en el que se había convertido tras una caída de doce kilómetros, pero aún era reconocible su ensangrentado mandil. Junto a él, la sección partida de cinco kilómetros de la perforadora había continuado haciendo un trabajo durante el tiempo que había estado allí parada. Debido al peso de la sección rota, la frágil superficie del suelo del fondo del Hoyo había sufrido un deterioro tal que se había convertido en una placa inestable a punto de romperse. El suelo crujió y se empezó a resquebrajar y, de repente, con un ensordecedor estruendo se abrió un agujero de unos cincuenta metros de diámetro. Escombros, la sección de la perforadora y lo que antes fue el cuerpo del cocinero se precipitaron en una caída libre de quinientos metros. Una caverna de dimensiones gigantescas quedó al descubierto. En el caso de que algunos ojos pudieran haber presenciado la proeza de la naturaleza allí ocurrida, no hubieran podido encontrar un límite o final físico para la misma. El cuerpo de Mihkail golpeó la superficie y desapareció para siempre en las profundidades del inmenso y denso lago negro.

7/4/10

Un momento en el olvido.

Un diminuto temblor en las manos saja mis venas abandonadas de desolación,

mis pensamientos hierven golpeando las paredes del tiempo atándome

a la crudeza inquisitiva de la áspera realidad.



Es verdad que existo,

reconozco que estoy,

este es mi apartado cuerpo,

es el murmullo de mi corazón.



Una densa niebla me ciega e interrumpe mi calma

transformando en barro lo que antes fue firmeza

agolpando de frustración cuando invisible amanece

la esperanza de desparecer antes del ansiado florecer.

2/4/10

Aroma de manzana.

Dirigiéndome a lo que yo imaginaba como el encuentro más especial de mi existencia, sujeté el sombrero y me cubrí del alto sol de mediodía. Cogí aliento, chaqueta en mano, y me adentré en el pastizal. Varios niños jugueteaban bajo la sombra de un hermoso cedro, todos vestidos de blanco, parecían venir de alguna fiesta, emperifollados y luminosos eran lo único que el bochorno dejaba libertad de movimiento, bajo el cedro.

Agotado recorría el camino abrasador, asfixiado aunque contento. Encontraría a mi prometida en el próximo pueblo, a pocos kilómetros. Una sonrisa dibujo mi sofocado rostro inmerso en el recuerdo de su piel, de su mirada, aquella que daba sentido a mis pensamientos. Esperábamos un hijo este verano, en pocos días saldría de cuentas. Un hijo de Alejandra, mi gozo me transportaba a través del puente del amor. Alejandra.

Un grito seco cortó mis delirios de pasión, miré hacia los chiquillos, chillaban y chillaban mirando hacia el suelo. Uno de ellos, bien chiquitajo, salió corriendo despavorido por los sembrados. Corrí hasta el verde cedro, el viento montañoso me empujaba en socorro de los niños. Una pequeña se retorcía de dolor tumbada sobre la lámina de rastrojos que formaban un colchón de juegos. “La serpiente está bajo esas piedras”. Advirtió uno de los muchachos que no quitaba la vista del hueco escurridizo provisto de un palo enorme en la mano.

De repente el animal salió por una pared rocosa detrás de nosotros mordiéndome en el tobillo. Era una “Cabeza de Cobre”, una serpiente con un veneno muy doloroso, aunque creo que no es mortal. No me dio tiempo a reaccionar, caí de bruces. Empecé a marearme como si anduviera navegando en un mar embravecido, todo daba vueltas, ya no escuchaba a los críos, vi la figura de Alejandra delante de mi, bajo el cedro maravilloso. Me llamaba y me decía que ya venía el niño, ya está aquí. Sonreía, con sus labios sonrosados y sus mejillas cálidas, sus manos me llamaban como si fueran capaces de mover el aire y llevarme hasta ella.

El viento enfurecido soplaba con fuerza, el sol nos dejó dando paso a las nubes que cubrieron el cielo, la lluvia lleno mi cara de caricias traídas por Alejandra. Respiré el ambiente húmedo del dorado campo que nos rodeaba.

En el monte que teníamos enfrente una silueta lejana apareció, un hermoso animal del que yo creía desaparecido de los bosques me miraba desde lo alto. Alzaba su enorme cabeza y resoplaba profundamente. El repentino diluvio continuó su baño de humedad entre el bisonte y yo, ninguno nos movimos.

El dolor de la picadura desapareció mientras respiraba un delicado aroma a manzana. Alejandra compartía mi hueco en la tierra dándome besos en la frente y su vientre recibía el roce delicado de mi mano. Aparecieron los niños observándonos muy quietos, la chiquilla que antes veía tumbada por la picadura ahora me enseñaba la larga serpiente colgando de sus pequeñas manos, ofreciéndomela, risueña.

Me acordé del muchacho que huyó asustado, les advertí, ir a por él se perderá, es peligroso andar solo por el monte. Alejandra susurraba canciones de cuna en mis oídos, yo hacía todo lo posible porque entendiera que debíamos encontrar al pequeño perdido y no podíamos esperar más. No me hacía caso, inmersa como estaba en atenderme no se separó de mi ni un momento pero los niños tampoco intentaban recuperar a su amigo, no se movieron. El bisonte ya no continuaba en la cima paciendo tranquilo, un soplo fuerte me sorprendió por detrás y una enorme y empapada lengua recorrió toda mi cara. Miré hacia atrás, ahora aparecíamos él y yo solos bajo la lluvia. Se dirigió hasta el centenario tronco y rascó su lomo enérgicamente, cuando concluyó su aseo caminó hacia mi de nuevo y se situó justo encima de mi vientre con sus robustas pezuñas rodeando mi cuello y mis caderas, entonces se dejó caer.

Se escuchaba el rumor del viento tranquilo y las copas de los árboles lejanos aullaban aunque yo ya no estaba, mi existencia se desvaneció y sólo mi espíritu encontró la paz en el interior de un manto de calor que sigue recorriendo los bosques montañosos.

Abrí los ojos, aturdido y aún perdido en las sombras, encontré delante un bebé recién nacido y a mi mujer sonriendo con sus preciosos labios carnosos burbujeando felicidad. Cariño tu hijo te espera.

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