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18/4/10

Mil horas de viaje.









Anochecía inexorablemente en el apartado lugar donde me encontraba, a mitad de camino hacia mi destino. Sin poder abrir bien los ojos, la tenue luz me molestaba infinitamente. Mi cabeza era como un tambor, retumbaban mis pensamientos. Aturdida no estaba segura de lo que ocurría. Me encontraba echada sobre el volante de mi coche aunque tras él sólo adivinaba arbustos y oscuridad. Casi inmóvil me pesaba todo el cuerpo, medio atrapada no conseguía librarme del cepo en el que mi vehículo se había convertido. El frío comenzó a introducirse por todos los poros de mi piel. -¿Qué me pasa?, ¿dónde estoy?, ¿cuánto tiempo llevo aquí?-. Un ligero llanto irrumpió lento en mis mejillas, la desolación amargaba los eternos minutos que transcurrían. Me sentía incapaz de salir. Poco a poco recuperé la calma y el dolor de las magulladuras brotaba por todo mi cuerpo.

Suena el motor de un coche en la lejanía, la esperanza del auxilio se acerca. Muevo ligeramente la cabeza para intentar hacer sonar mi claxon, la barbilla elevada hace que el estruendo de mi coche retumbe en mis oídos.

El ruido de motor se detiene, -¿me verán?, consigo encender las luces de avería de mi accidentado utilitario empotrado bajo un viejo roble y rodeado de arbustos. Oigo puertas abriendo y cerrando, pasos aplastando la hojarasca. Intento gritar sin la suficiente fuerza para que nadie me escuche.

Se acercan y tiran de la puerta del auto sin desplazarla. Por lo menos son tres individuos. -Liberarme por favor, estoy mal herida, ayudarme-. Me cuesta respirar y aún más gritar. -Creo que no me escuchan-. Por fin abren la puerta. -Gracias, no puedo más que daros las gracias, gracias. Me agarran como pueden para sacarme de mi jaula. Después de muchos intentos y de liberar mi pierna derecha que se mantenía atrapada me veo tumbada en el exterior, sólo veo el brillo de las estrellas que me reconfortan.

-Es muy atractiva, no podemos derrochar tanta belleza.
-Si, es una preciosidad. No la toques, sabes lo que tenemos que hacer.
-Venga tío antes podíamos tener un desahogo con ella.
-Vosotros siempre igual, os da igual todo, no podemos retrasarnos. Terminad lo mandado y vámonos. Increpó la voz de una chica que se acercaba a la escena.
-Noe, tranquila tía puedes participar. Ven aquí.
-No seáis cafres, dejarla tranquila.
-Cariño bájate los pantalones, apóyate en el coche que me vas a decir al oído que es lo que quieres.
-Déjame en paz, estúpido.
-Charlie, háztelo con la moribunda y yo con Noe, luego cambiamos.
-Estás loco, es que eres imbécil.
-Toma Charlie, un trago te animará. Enciendo un peta, ya verás como lo ves de otra manera.
-Noe ponte cómoda cariño vas a pasar un rato inolvidable cielo.

Me deslizo bajo los matorrales mientras discuten. Me duele todo el cuerpo, el frío me paraliza y me muevo con extremada torpeza. Apenas me separo unos metros, ¡Ah!, soltarme, sujetan mis pies con fuerza, tiran de mí, me arrastran mientras constantes improperios rezuman en mi tristeza. ¡Socorro!, ¡socorro!, ¿qué me vais a hacer?, soltarme, ¡no!.

Abandonada en un rincón escucho como discuten lo que van a hacer conmigo. -No me puede estar pasando esto, necesito pensar, debo hacer algo, tengo que huir-. Alcanzo una pequeña rama, parece dura, la guardaré cerca de mí, bajo los rastrojos. Un silencioso llanto derrite el maquillaje preparado delicadamente para mi amor. ¡Ernest te quiero!.

Manos insolentes a tirones van derribando mis pantalones. Mi cintura desnuda muestra un pequeño tatuaje, una cobra. Cuando nos enamoramos dibujamos nuestra pasión en forma de serpiente, la figura que da paso a mi sexo, su sexo, ahora será también suyo.

Mis intentos por rebelarme son infructuosos, sólo recibo golpes por el detestable obseso que me ataca y me tiene desnuda en este desolado rincón. -No ves mis heridas, no sabes lo que es la compasión-, grito dentro de mí. Su fuerza me inmoviliza, apenas puedo moverme, soy presa de sus acometidas, soy fácil para él. Del cuello le agarra su compañero y le zarandea de improviso. A golpes mi libertad pende de un hilo. La chica se lanza encima del muchacho que me protege y le manda sucesivos golpes que otorgan ventaja suficiente para hacerse con él. Vuelven por mí.

Pegándome me llevan hacia su coche, me resisto todo lo que puedo, no debo permitir que me lleve. Una patada en los huevos no puede fallar, apenas se ha enterado. Tirada en el suelo soy víctima de fuertes golpes.

Han dejado aturdido a su compañero. No me queda ayuda, resistiré. Ernest estará preocupado, se dará cuenta de que es muy tarde y que algo está ocurriendo, estará llamándome pero no oigo sonar el teléfono. No puedo parar de llorar. Un enorme búho me mira desde una rama.

Una sonido de sirena lejano, aleluya, vienen a buscarme, seguro. El vehículo se ha detenido, están dando el alto a estos cerdos, huirán a su madriguera. Ahora que, ya no sois tan valientes. Se resisten a la detención, salen corriendo, están locos. Un disparo ha cruzado cerca de mí. El policía no para de dar voces. Los disparos se suceden persiguiendo a mis captores, uno de los disparos atraviesa el cristal de mi coche. El búho huye arrancando las hojas de alrededor.

Han conseguido reducirlos, uno de ellos no se mueve y el otro es sujetado por uno de los agentes. Dispara!! grito vengativa.

Piden refuerzos, escucho como hablan con la central y solicitan también ambulancias. No soporto más, veo que uno de los agentes viene a socorrerme.

Está bien señora, permítame que le ayude. La ambulancia está en camino, este tranquila enseguida los servicios médicos le socorrerán, no se mueva por favor.
Muchas gracias, no podía resistir más, estoy agotada.
Oiga, no se desmaye, vuelva, oiga.

Varias horas más tarde...

Despierto con una voz susurrante que no cesa, mareada miro a mi alrededor, no comprendo que ha pasado y quién es la persona que tengo enfrente. Me exige autoritariamente que abra las piernas. ¿Quién eres?, no contesta, mi desviste a tirones sin decir palabra. ¿Dónde están los demás?. Sin respuesta está inmerso en dejarme expuesta. Miro a mi alrededor y allí está la mujer, Noe, si Noe, doliéndose de la pierna, no veo a los otros. Uno de los policías yace tumbado, se han vuelto locos. El otro policía no está por aquí. -Ves cariño como me puedo encargar de todo, de ti, de Noe, de los polis. Con un poquito de sorpresa y sangre fría te haces con cualquiera-.

¡Ah!, me arrastra del pelo. No me des patadas cabrón. Sin mirarme de nuevo me lleva tras mi destartalado coche mientras no ahorra insultos hacia mis anteriores captores, va hablando solo mientras tira de mí. Me violará, por favor no lo hagas, no me fuerces, te lo suplico, déjame. Se abalanza sobre mí, con agresividad me voltea, me agarra la cintura con fuerza y lanza oscuros besos sobre mi cuerpo.

Nauseas, gritos de rechazo, la cruda realidad revienta mi intimidad. Manchada del sudor de esta fiera que no es un hombre, sus embestidas ensucian mi mente, sólo deseo matarle. Intento en vano desprenderme de él, no puedo, apenas interrumpo sus deseos. Está dentro de mí.

Su áspera penetración es recibida con rígida tensión, duermo mis sentidos intentando evadirme del lugar, sólo sujeta por su mano marcada en mi cuello. -Date la vuelta puta-, de un impetuoso giro forzado me veo mordiendo la arena. Me sujeta por los hombros, se balancea sobre mí y domina todo mi cuerpo con la ira de un perro rabioso. Grito sin consuelo, el silencio me responde con la soledad de las garras de este monstruo que me posee.

El palo, justo ahí oculté el pequeño palo puntiagudo. Está inmerso en tenerme, no me presta atención, sabe que soy suya. Si estiro la mano lo podré coger. ¡Ahhhhhh!, toma animal. Clavo mi arma sobre el costado de mi agresor, le obligo a doblarse aullando de dolor. Me tiro hacía él. Extraigo mi defensa de su cuerpo y borbotones de sangre ensucian mis manos, de nuevo asesto un golpe mortal en el vulgar pecho que hace un momento me inmovilizaba.

Alrededor de mi coche veo a mis asaltantes mal heridos, sólo la mujer mira de reojo sin el suficiente valor de soltar una sola palabra. A duras penas me encamino hacia la carretera que me ha traído hasta aquí. Arrastro mi pierna derecha como puedo, con las fuerzas justas y con mi cabeza retumbando de dolor sólo me acuerdo de Ernest.

Es una noche oscura, estoy helada. No sé si seré capaz de conducir el coche de estos imbéciles. Abro la puerta cuando veo un coche a lo lejos. Con dificultad subo al vehículo parado en el arcén, me acomodo en el asiento y enciendo el motor, su música celestial me llena de coraje. Por fin saldré de esta pesadilla. Despacio y sin prisa emprendo camino a casa, parare en el Hospital y desde allí llamaré a mi marido.

El vehículo que advertía hace un momento pasa de largo, no iba muy rápido pero poco a poco desparece. Otro coche viene de frente, es el mismo que acaba de pasar, y se detiene frente a mí.

Aparece un hombre enorme con cara marcada por enormes cicatrices. -Sal de ahí, puta- y de un puñetazo me manda a soñar.

De nuevo un resplandor despierta mis sentidos, deslumbrada intento definir las imágenes que con dificultad llegan a mi aturdido cerebro. Una sala enorme me acoge pero no la de un hospital sino en apariencia es un anticuario, rodeada de obras de arte preciosas intento espabilarme. A pesar de los dolores que mi cuerpo no dejaba de recordarme me entretuve con gusto en saborear la alcoba que me custodiaba.

Comencé a escuchar golpes fuertes al otro lado de la pared. Miro de arriba a abajo la pared que me ocultaba de los golpes, voces lejanas llegaban con dificultad hasta el laberinto de mis oídos. Silenciosamente me acerco a la dormida chimenea que tras de mí gobernaba la rebosante habitación, agarro el atizador que ya no soltaré, será una extensión de mi cuerpo. Cómo se les ocurra venir se enterarán, me digo a mi misma no se si para animarme o para convencerme de ser más fuerte que ellos.

No quitaba los ojos de la gruesa puerta que daba paso a mi vulnerabilidad, escondida y muerte de miedo esperaba el encuentro con lo desconocido. ¿Dónde está Ernest?, la maldita pregunta retumbaba en mi cabeza como los martillazos del otro lado del muro.

No tenía por donde salir, las ventanas enrejadas y la robusta puerta cerrada que apenas notaba mis esfuerzos por abrirla me apresaban dentro de mi desesperación.

Pasos y graves voces se aproximaban, mis nervios me ocultaron bajo la cama. Sujeté el atizador con las dos manos. Se abrió la puerta, asomaban varios zapatos en la entrada, al menos cuatro o cinco personas reían buscándome. Una lágrima asomó llena de cólera, me mordí la lengua en el momento en que la única idea en mi mente era “matar”. Asesinar era lo único que no abandonaba mi cerebro. No voy a permitir que me toquen, antes me llevo a alguno conmigo.

Asomó una cara bajo la faldilla de la cama y aproveché para darle un regalo con toda la energía que pude concentrar. Saltó eléctricamente hacia atrás, gritaba como un niño. La voz de una mujer me ordenó que saliera, orden que no pude cumplir, el miedo me tenía paralizada aunque sabía que iba a ser igual. Un fuerte golpe empujó la cama varios metros por detrás de mí y quedé expuesta a un numeroso grupo de personas que sin pestañear me vigilaban. Por lo menos uno no me miraba, sólo atendía a la brecha que yo le había producido.

-No va a ocurrir nada, no temas-, una voz familiar llego a mi esperanza. Ernest grité, Ernest, mi amor, gracias, gracias le decía rompiendo a llorar sin dejar la posición fetal en la que me encontraba. -¿Qué podemos hacer con ella?-, dijo la voz femenina en tono cariñoso, los miré y di cuenta de que yo sobraba entre los dos, -debe morir ya lo sabes- remató mirando la cara silenciosa de mi marido. Ernest me miró por un momento y desapareció por donde había entrado. -Ha costado hacernos contigo pero no creas que te vas a librar, Toni no dejes huellas, ya sabes en el bunker la puedes enterrar- No paraba de hablar mi amenazante amiga.

Me resistí lo que pude, se hicieron conmigo en cinco segundos. Callaron mis gritos con una toalla, me amordazaron con cinta adhesiva y me enrollaron con una vieja manta con putrefacto perfume. Entre dos me sacaron como un trofeo de caza, estábamos en la calle, el aire helador se colaba introduciéndose poco a poco en mi ánimo. Unos diez minutos más tarde la poca luz que notaba despareció y al poco me lanzaron al suelo. Les oí charlar mientras se alejaban, aguanté unos instantes antes de intentar liberarme. Mientras me movía tanteando las ataduras la manta fue desenrollándose. Advertí en la oscuridad, con todo el esfuerzo de mis corneas, que mi albergue era una fosa con varios cadáveres, entre ellos... “yo”.

A poca distancia, en una lujosa habitación donde colgados lucían hermosos cuadros, donde el gusto por el arte daba pistas sobre un espíritu inconformista, dos manos entrelazadas sonreían. Fugaces besos caían sobre las sabanas. A su izquierda una mesa de tocador llena de cremas, olorosas fragancias, un barroco tocador con un gran espejo que reflejaba polvorosas lineas blancas. Una caja de música sonaba entre el lejano ruido de incansables pasos. Transeúntes que paseaban delante de la puerta de la pareja dando novedades de la marcha de un gran laboratorio de cocaína.

Ha salido todo a pedir de boca, bésame. Decía Ernest al oído de su compañera.
Eres un genio mi amor. Dame otro poquito de champán.
Por tí tesoro. Chin Chin!!

7 comentarios:

  1. Atrapado. Así me sentí desde la primera a la última línea. Quien atrapa así al lector atento, no es un escritor cualquiera. Bravo!

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  2. Gracias Amado por tus palabras, eres muy amable.

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  3. Que agobio de relato, esto es un no parar.
    Te ha quedado de la leche, pero que mala leche de relato, je, je, je.
    Saludos

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  4. Tenemos el gusto y honor de informarle que este BLOG hasido merecida y honoríficamente galardonado con un PREMIO AMADO BLOG del mes de Abril de 2010.(http://amado-amadoblog.blogspot.com/)

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  5. Desgarrador, no tengo palabras...
    Creo que te estas convirtiéndo en un escritor estupendo.
    Yo no soy crítica,sólo me baso en lo que me gusta leer y eso es lo que me pasa cuando descubro tus relatos.
    Desde la primera línea haces que el lector se sienta participe de la escena. ¡¡¡¡¡¡FANTASTICO!!!!!!!!!
    Un besito y hasta mañana...

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  6. No se muy bien como explicarlo pero lo que más me gusta de este relato es como cuantas la historia desde la voz de tu personaje, es decir, el ritmo de la narracion es lento porque tu personaje está conmocionado por el accidente y después el ritmo se acelera levemente según se va recuperando. Además la expresión también adapta al perfil del personaje, o sea, se cuenta desde la voz de una persona inocente, educada, confiada, fiel. Quiero decir, que si el que lo contase fuese un tío bruto, la expresión cambiaría totalmente. Esto lo haces muy bien. Espero no haberos aburrido mucho. Hasta el próximo relato.

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  7. gracias a todos por vuestros mensajes, es un placer leer estas críticas sorprendentemente buenas. Tanta alegría recibo que es increíble seguir pensando que son mis letras las que pueblan guribundis.com

    Un afectuoso abrazo a todos.

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