Cookies

Si siguen navegando por este blog o permaneces en él damos por hecho que admites cookies, aunque debo decirte que no las utilizo, blogger lo mismo si y ya sabes...

21/12/14

Addat - XV - Carta

Addat.

Carta.

Hacía mucho calor a pesar de ser primera hora de la mañana. El cartero entró soltando la bicicleta de cualquier manera desplomándose ante los escalones que accedían al porche del vetusto edificio. Se colocó efusivamente la chaqueta y entró en la oficina del Director de la funeraria. ¿El señor Sora López? Encontró a Rafael Sora disperso entre documentos alborotados por aquella mesa de comedor que hacia de escritorio, le entregó la carta tras solicitar la obligada firma, observó la rubrica y con una diminuta sonrisa salió disparado.

El rostro del director se estremeció y el sudor brotó enérgicamente. Debían cerrar la empresa, Funerarias Roma había sido denunciada, registrada y ahora obligada a clausurar.

Al día siguiente la policía judicial se presentó a las once de la mañana, echó a todo el personal laboral sin permitir sacar nada del establecimiento. Una vez aislado el lugar se procedió a una inspección rigurosa de los edificios.

Dos de los oficiales clausurarón las dependencias y se llevaron al director del centro a los juzgados. Otro equipo más numeroso de agentes se mantuvo revisando aquella edificación funeraria.


El director Sora se detuvo ante la mesa del Capitán de policía, nervioso y aquejado de fatiga, apenas podía articular palabra. El Capitán Segovia le miró a los ojos... y perdió los suyos en las paredes nacaradas de su despacho. Frotaba la palma de su mano con la otra, caminaba como león enjaulado. Se le escapaba alguna palabreja que se decía para él mismo, su bigote saltaba a cada broté lingüístico. Su cara articulaba con tics diversos cada pensamiento que zozobraba en su cabeza. Se encendió un enorme puro. "¿Le importa?" y sin esperar respuesta alguna se lo encendió. Sono el tono tragicómico de su móvil, se mujer se lo había impuesto y no sabía como exterminar el sonido de claxon extridente que emergía de aquel aparato.

Si, Si, Si... Vengan al despacho.

15
©2014 Guribundis.

18/12/14

Addat - Flores -XIV

Addat.

Flores.

"Este le he traído yo", mirando al colega que frente a él esquilmaba un cuerpo adormecido, un joven inerte arrebatado a las manos captoras de Jaime. La llama constante saltaba por encima de la bandeja que suministra incesantes vidas apagadas. Atraídos por el brillo de un crematorio de más de 100 años recuperado de un antiguo cementerio alojado en el corazón de la ciudad, trasladado allí fue puesto en marcha por el mismo Jaime, bajo de intelecto aunque experto en el manejo de las herramientas, además de la precisa ayuda de Rigoberto, un peruano afincado en España hace más de veinte años.

Era un cuerpo joven esta vez, sus párpados aleteaban en instantes vespertinos sin recuperar la consciencia. Dos frentes sudorosas se movían nerviosas bajo la luz amarillenta del bamboleo de una lámpara colgada por una extensa cadena. "Mira que minino, cógele... será su acompañante". Jaime de un salto giro 180 grados y alargando su rápido brazo enganchó del cuello un gatito que con sorpresa alcanzaba a maullar casi en silencio.

Se detuvieron ante la puerta metálica con la manilla en alto y el reflejo de las llamas abrasaba sus caras. Dos cuerpos menudos poblaban una superficie metálica y bien caldeada que iban introduciendo en el horno que en pocos minutos tragaría todo aquello que se le ofreciera. "Coge una flor de ese jarrón, no está bien despedirse de los muertos sin una ofrenda". Jaime atendió la petición de Rigoberto sin dudarlo, como siempre, y la flor voló en un adiós infinito.

14
©2014 Guribundis.


16/12/14

Addat - Mira - XIII

Addat.

Mira.

Mira... Tu realidad, tu ser, tu carne... Contemplas a través del cristal, tras la ventana, tras la verdad de tu mirada.

Mi mujer, Nerea, está cautiva en un laberinto de tubos y cables que mantienen su vida entre enchufes y cámaras... El llanto me embarga, las noticias de los médicos son terribles... Se marchará pronto y no puedo evitarlo. No me permiten mantenerme a su lado, es peligroso, es infeccioso, es insano para mí... Qué dicen... No importa lo que a mí me ocurra, ella esté perdida entre paredes blancas, está sola .

Una camilla viaja por un larguísimo pasillo abandonado a la noche, las diminutas ruedas chirrían levemente cortando la oscuridad. Una puerta solitaria se descubre silenciosa, despeja el camino a unas piernas que tranquilas caminan hacía Nerea.  Despojada de salvaguardas es elevada a la lámina de acero inoxidable que de nuevo vuelve por el sendero recorrido hasta allí. Unas manos duras y rugosas empujan el cuerpo indolente de una mujer que va perdiendo el aliento a cada segundo y cuyos ojos se van perdiendo en el tiempo. La muerte se presenta y otro alma abandona una gélida camilla hacia el umbral de otro mundo. Ese espíritu viaja en la levedad del vacío arrollando obstaculos y sólo en uno de ellos se detiene un instante. Frente a Jeremy detiene su periplo, él permanece dormido y cabizbajo en uno de los sofás dispuestos en el solitario pasillo. Sus ojos relajados y la respiración profunda le llevan a soñar con su amada esposa. Su yerma y tácita boca esculpe los labios de su marido y por una eternidad el tiempo se detiene frente a ellos, le rodea con sus brazos livianos y como en una espiral intenta arrastrarle a la inmesidad. No es posible tenerle de nuevo y frustrada Nerea arroja un alarido que es advertido únicamente por sus oídos. Contempla su marido recostado y ajeno a su marcha. La camilla con un cuerpo abandonado continúa hacia otro lugar.

Unos zapatos impolutos y con paso firme y tranquilo llegan al jardín del tanatorio Roma. Una portezuela se abre diáfana a los crematorios que no cejan de engullir en su hambrienta lumbre. Otro cuerpo querido es introducido y la chimenea expulsa una hondanada de humo intensa. Adiós Nerea.

13
©2014 Guribundis.

15/12/14

Addat - Estrella - XII

Addat.

Estrella.

Miraba entristecida el recuerdo de mi amado, falleció en accidente de trabajo, murió sin poder susurrarle mis deseos. No se despidió de mí, no pude besarle en aquellos momentos que dejamos escapar sin querernos. Le miraba y me hacía feliz contemplarle, sus manos me acogían y su voz encendía mis sentidos. Ahora se ha escapado a otro lugar del que no volverá nunca, no vendrán sus cálidas caricias. No podré gozarle, atenderle, mimarle, amarle, no aceptaré sus elogios y deseos, no escucharé su corazón cuando despertamos, cuando me recojo en su carne, cuando sólo escucho su pecho.

Una estrella fugaz adelanta mis lágrimas y mi pena se ahonda en mi alma. Se me corta la respiración repitiéndome no respires más, no más... Contuve inhalar de nuevo y pedí mi deseo... "Llévame". Bajé la mirada extasiada y contemplé su figura en el pórtico de entrada, bajo el cartelón que da el nombre a este lugar "Roma". Sonriendo alzó su mano y lanzó su beso final... No se encamina hacia aquí, queda inmóvil mirándome, no vino a por mí.

Un coche fúnebre atravesó la silueta liviana de Jorge y se detuvo a pocos metros de mí. Era demasiado tarde, las dos de la noche, cómo trabajan pensé. Sacaron un ataud y el repetido desfile se introdujo en una de las salas apenas con un ligero murmullo de sus porteadores.

Volví el rostro a la luna llena que coronaba el enorme jardín que me rodeaba y el calor cercano de mi marido se hizo presente, rozó mi mejilla con la palma de su mano y un silencioso "Te quiero mucho" marcó su adiós.

12
©2014 Guribundis. 



14/12/14

Addat - Cenizas - XI

Addat.

Cenizas.

Buscando y buscando... cantaba la cabecita de Tom con pequeños saltos, papá... papá... continuaba su canción. Sus ojos contemplaron de repente como dos cachorros felinos cruzaron como un rayo hacia el cobertizo. Continuaron otros tantos gatillos rápidos como el viento y en un segundo un hombre muy mayor con vara en mano y alaridos en la boca entró en el arinconado almacén. Petrificado observó como al entrar en al abandonado barracón los maullidos intensos fueron apagándose tras golpes de mando. El hombre de uniforme salió con una gran bolsa en la mano, pesada, sanguinolenta y se dirigió al crematorio.

Perseguido por el miedo del muchacho entró al incinerador refunfuñando y gritando "Limpia la sangre que derrama esta mierda de morral". Al completo lanzó aquella bola animal al centro de las llamas y el vomito de la chimenea escupió el último grito de diminutas alimañas.

Al salir sus pasos tropezaron con Tom sentando frente a la puerta y la cara tapada inundado en lágrimas. Sin prestar ninguna atención paso por encima con una dulce canción entre los labios. Retiró sus jóvenes manos y la figura translúcida de su padre se hizo patente ante él, delante de la portezuela del crematorio. Lloraba aunque una leve sonrisa ofreció abierta su mano y su hijo levantó de inmediato y alcanzó a rozar la piel invisible que se esfumaba con el viento humeante. Abrió el horno infernal y las devoradoras llamas se postraron ante sus ojos y las figuras felinas invisibles a la vida se alinearon y se alejaron buscando un cruento cobertizo.

Las agrietadas manos de Michael retiraron las cenizas llenando repletos cántaros aportados a familias desconsoladas.

11
©2014 Guribundis.

Addat - Humo - X

Addat.

Humo.

Maullidos despertaron sobre la brisa del amanecer, acolchando la hierba mojada. Bigotes sobre colmillos finos, tal que agujas, revolotean sobre ondas que viajan en la neblina y los reclamos reiterados se desvanecen en la lejanía. No aparta su mirada del tejado y la humeante chimenea continúa su baile sordo...

Michael, trabaja duro a diario sin olvidar mantener los mecanismos que permiten que los difuntos pasar a su última metamorfosis en el crematorio "Roma". A veces las pequeñas averías que acontecen desatan terribles crisis y desmontan la rutinaria pasividad del centro. El sufrimiento de las familias al ver como sus seres queridos no marchan se prolonga inesperadamente, si Michael no lo evita, y el dolor se extiende mucho más de lo necesario.

Las horas de retén se suceden a veces en el soporifero olor del dolor, en la vigilancia de la efectividad de las llamas que devoran el ser querido que las familias lloran y que tragan todo el mundo real que se les ofrece.

Michael, en ocasiones agotado, prepara las cenizas en pequeñas vasijas de colores, de tamaños diferentes, elegidas o socorridas. Los años le han llevado al conocimiento de su trabajo y al despiste de la monotonía. Percibe desde hace ya semanas el aumento en el volumen de cenizas con las que llena hermosos recipientes. "No puede ser" se dice arrascándose la frente cuando la gorra deja admirar aquella cabellera pelada que sólo refleja luz de fluorescente.

Se abre la portezuela de la sala donde Michael descansa los ratos perdidos y una voz infantil aparece preguntándole ¿Señor ha visto usted a mi papa? Alto, fuerte, con una sonrisa cristalina y el pelo cano, viste traje negro sabe, además gusta de elevar una rosa en la solapa. Mi hermanito ya no está entre nosotros y papá está muy nervioso y triste. ¿Le ha visto?

No he visto a nadie pequeño, lo siento. Mientras un giro semiautomático de cabeza apunta a una rosa roja tirada frente a la portezuela de los hornos.

10
©2014 Guribundis




Entradas populares

Mi lista de blogs