Cookies

Si siguen navegando por este blog o permaneces en él damos por hecho que admites cookies, aunque debo decirte que no las utilizo, blogger lo mismo si y ya sabes...

23/8/09

Oxígeno.

Ocho de la mañana, miércoles, 5 de agosto de 2009. Se avecina un día asfixiante, el rutinario trabajo diario acaba conmigo. Treinta y cuatro grados y mi encargado dándome el tostón. ¿De dónde se habrá escapado este tío? Le han tenido recluido en un psiquiátrico hasta que nos lo han dejado aquí. Creo que no tengo un buen día, me da que hoy me va a costar entonarme. Voy a tomar un café con los colegas, hay poco trabajo, voy a aprovechar este ratillo para perderme.

¡BOOM! ¿Qué es eso? ¡Ostias! Al final de la nave hay mucho humo, no se ve nada. Sale gente corriendo, están saltando por los muelles como pueden. Suena la alarma y se han disparado los aspersores. Hay una confusión terrible. Sin pensarlo nos acercamos a la caótica zona, se escuchan gritos, intentamos socorrer las voces ahogadas, hemos sacado un compañero de debajo de una montaña de hierros hecha trizas; joder, es Michel, no respira. Hice un curso de socorrismo hace años pero no soy capaz de reanimarle, Gumi lo ha cogido y se ha puesto a hacerle la reanimación..., respira. ¡BOOM! Una segunda explosión en el otro extremo de la nave. ¡No! Es en la oficina. ¡No! Por Dios. ¡No! Allí está Mayca, emprendo la carrera hacía el edificio principal, donde trabaja mi chica, mi mujer, mi amor.

Está todo lleno de humo, salen las llamas por la ventana de la primera planta. La gente sale huyendo por donde puede, igual que ratas. Las caras desencajadas, manchas de sangre y muerte en sus cuerpos denotan la masacre que hay dentro. No veo a Mayca, pregunto a todo con el que me cruzo, nadie sabe nada. Voy a entrar, intentan impedirme el paso pero voy a entrar. Me cuelo por una ventana apestada de humo. Me arrastro por el suelo, intento subir en dirección al despacho de Mayca. No la encuentro, continúo la búsqueda por toda la planta. Hay mucha gente tirada medio asfixiados, no sé si estarán vivos, debo sacarlos. Voy ayudando a los heridos y les llevo en volandas a la calle, no puedo ir más rápido, es una carnicería, veo a muchos de mis compañeros sin vida. ¿Quién ha podido hacer esto? ¡BOOM!, otra explosión en los muelles del ala sur, el caos es absoluto. Me cuesta respirar, estoy agotado y el humo no me deja respirar, se me acaba el tiempo, tengo que seguir buscando... No queda nadie cerca, un último intento, debo seguir buscando, sin ella no me queda nada, Mayca espérame, sigue conmigo.

Mayca se encontraba reunida con el resto de compañeros sobrevivientes fuera de las instalaciones de la empresa, nerviosa, temerosa, sabiendo que muchos compañeros siguen dentro y que Tomás no ha salido. Su teléfono no lo coge nadie, siempre lo deja en la taquilla. No hay manera de entrar, la policía ha acordonado la zona, todo está lleno de ambulancias, bomberos. Están sacando muchos heridos. Las lágrimas surgen en el rostro de Mayca y la desesperación cada minuto es más profunda.

Infinidad de camillas salen volando por la puerta principal, heridos medio atendidos por los rincones esperan ser trasladados, no puede estar pasando esto. Tengo que encontrarle, ¿Tomás? Sólo hago esa pregunta por todas las camillas, a cualquiera que se me cruza. ¿Has visto a Tomás?, nadie me da la respuesta que quiero escuchar. Por delante de mí están sacando cuerpos, algunos sin vida... ¿Tomás? El fuego se está agotando, todo a mi alrededor está lleno de polvo y trozos de lo que era nuestro edificio y que ahora se mantiene de pie a duras penas.

Hay gente saliendo a la azotea, a pesar de la altura creo que uno de ellos es Tomás, alzo la mano intentando que me haga alguna señal. Se empieza a escuchar un profundo ruido, como un trueno. ¿Qué ocurre? El edificio se desploma ante nosotros. Los gritos apagan nuestras esperanzas...

Abro los ojos, inmóvil, absorta en mi desgracia, sudando, temblando, escuchando mi corazón. Estoy en mi cama, esta es mi habitación, a mi izquierda... No está. Suena el teléfono, contesto con amargura. Señora Torres, le llamo del Hospital Universitario de Getafe es en relación a su marido el señor Tomás Torres Bogarte.  ¿No está bien verdad?, dígame que le ocurre. Señora, ya no está entre nosotros, una explosión en su centro de trabajo ha acabado con su vida, falleció al llegar al Hospital.

Mi desolación es infinita. Tomás, cariño, porque me has dejado, ven por mí, no me dejes aquí sin tu mirada, sin tu beso secreto en mi boca, sin tu firme mano rozando mi corazón. Siento escalofríos, me tiemblan las manos, ha bajado la temperatura, tengo mucho frío, la habitación está totalmente oscura. Una pequeña luz amanece en la puerta, va creciendo por momentos, destellos luminosos que encienden mi cuerpo, alzo mis manos en su dirección, debo estar soñando de nuevo. Llévame contigo, llévame, coge mi mano, abrígame con tu fuerza.

Siete y cuarto de la mañana, suena la puerta en casa de los Torres, nadie contesta. Ocho de la mañana, aparece la policía y fuerzan la puerta del domicilio de los Torres. Dos cadáveres pueblan la cama conyugal. Sus sonrisas no reflejan la falta de vida de sus cuerpos, están agarrados de la mano y no hay síntomas de violencia. Cerramos expediente, muerte por amor.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares

Mi lista de blogs