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22/10/11

Astros.

Richi aplica sus ideas sobre el lienzo del diáfano muro tignado de polución, con ingenio y experiencia plasma sus sueños que surgen entre los dedos. Un castillo medieval de torres enormes y banderas estilizadas donde un dragón explosiona fulminando la ladera de la ancestral fortaleza.

Verónica sueña con unos ojos redondos y brillosos, sacados de una historia de manga, que invade su intelecto de alegría y gozo. No deja de sonreir y bailar al son que cantan los sprays, perfeccionando entretanto la jóvial cara que ilumina la plaza en la que se van acercando curiosos.

Mayo sentado delante de la nada, del infinito de una pared encalada que se enfrenta a él, al nuevo reto de marcar su capacidad rodeado de maestros consagrados del dibujo callejero. La ciudad espera la plasmación de la imagen preparada en su cabeza y suspira con las manos inmóviles. Minutos en silencio,  la respiración agitada golpea su corazón y su brazo diestro aplica el esquema furtivo de... una calavera ensangrentada.

Noemi crea con los ojos cerrados las crines volantes de una yegua que sirven de cama a la estrella de David. Dentro de las aristas cruzadas dos cuerpos desnudos de mujer besan su piel y lloran de amor con las piernas entrelazadas.

Horas, días de trabajo, jornadas extenuantes enfrentan a los artistas contra sus propias ideas. Agotados van culminando la obra y desde lo alto de mi coche observo sobre cada uno de los pintores un hilo infinito, como marionetas todos los personajes cuelgan de algo que está sobre nuestra capacidad, nuestra autonomía. Grafiteros, espectadores e incluso yo, todos sostenidos por la mano que nos lleva.

Todos admitimos nuestra limitación, sabemos que existe y nadie la ve. Yo la he detectado hace un tiempo, no me puedo revelar. No puedo revelarme, yo solo no. He intentado contarlo a los demás y nadie escucha. He advertido que en realidad no tenemos la libertad de ser, estamos donde quieren que estemos y nos enfrentamos cuando si el otro lado así lo que quiere.

"Si yo lo puedo ver es que he sobrepasado mis limitaciones" era el pensamiento que agitaba el alma del observador. Buscó la forma de subir por el cable que a él le sustentaba. Encontró los aparejos precisos para que su cuerpo volara por el mismo hilo conductor que limitaba sus movimientos. Subió, en principio despacio, hasta que consiguió llegar a una altura de unos cinco metros. En ese momento la cuerda tiró de él arrastrándole a gran velocidad a un lugar oscuro en el que no había nada. No sentía frío, ni calor. Surgió un potente pitido en sus oídos debido a la natural ausencia de ruido alguno.

Un astro gigante fue insinuándose en el cénit de la nada, similar al sol aunque más sonrosado. Con el astro mayor, ingentes estrellas se aproximaban, las más diminutas se acercaron tanto que rodearon el cuerpo de Sebas. Se adosaron a su cuerpo como microbios estelares, fueron encaramándose a su carne cubriendo totalmente su superficie. Todo brillaba en ese momento, la luz hizo desaparecer totalmente la oscura nada y se hizo el todo.

Un nuevo ser asomaba a la ventana de la vida en un pequeño pesebre, su cuerpecito iluminó el pesebre andrajoso donde su madre le trajo al mundo, su luz sonrosada atrajo las caras atónitas del padre y de tres curiosos que entraron siguiendo la luminiscencia de un astro caído. Sonó un estremecido llanto al que continuó una sonrisa.

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