Cookies

Si siguen navegando por este blog o permaneces en él damos por hecho que admites cookies, aunque debo decirte que no las utilizo, blogger lo mismo si y ya sabes...

16/11/15

Sangre en mis manos.

Sangre en mis manos.

No lo vi venir pero un estruendoso golpe me arrojó sobre el arcén. Entreabrí los ojos y no podía creer lo que ocurrió en absurdos instantes. "Se ha fugado". No es posible que alguien huya de un atropello y te deje tirado. No es posible.

La sangre se deslizaba suave por mis brazos y sentía por mi frente una humedad cálida que brotaba sin cesar. No alcanzaba a tocarla. No controlaba mis extremidades del todo, a trompicones era incapaz de quitarme el casco. La bicicleta, situada lejana, se apartaba de mí hecha pedazos.

Mis fuerzas se alejaban, las rodillas clavadas olvidaban como erguirse. El aliento escapaba sin poder retenerlo. Imágenes alborotadas inundadas de pasión y lágrimas oscurecían la carretera. El cansancio me arrojó al asfalto y palabras entrecortadas eran pronunciadas al vacío.

De repente recobré las fuerzas, sacudí la cabeza sin poder comprender bien tanta emociones y sensaciones que mi cabeza no alcanzaba a atender. Pude incorporarme, ya no dolía, la sangre se había evaporado. Cogí mi bicicleta y volví a dar pedales como un loco. Me inundé de alegría. Sólo quería volver a casa, con los míos, abrazarlos hasta agotarlos.

Aún hoy sigo pedaleando, de vez en cuando contemplo a aquellos que me lloran y entre mis deseos... amarles.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares

Mi lista de blogs