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6/4/13

Misiva 25. Nada es fácil.



MISIVAS DE UN RECUERDO.




Mi último día, 25 de Marzo de 1938.



Querida Rana,

Aunque el sol marche de nuestra vida, no se si realmente habrá estado alguna vez con nosotros calentando lo que yo creía fuera el amor más profundo, los momentos más intensos y los deseos más fervientes. Este maravilloso destino brotó en una noche bajo una leve luz que nos ocultaba y nos hicimos uno.

Tú, con tus colores, mimetizada en el caos surgiste de la profundidad del lago. Tus grandes ojos hipnotizaron mis extremos y me sostuve dentro de tu mandíbula. Era increíble. Todo mi alrededor se calmó. El momento superó la eternidad y el paraíso estaba allí, entre nosotros. Me sujetabas firme. Tu lengua sostenía mi propia vida y me desvanecí entre mis propios tejidos. Me fui evaporando mientras tus lunas aprehendían mi ser más físico. Porque devoras, porque te alimentas del otro, matas y yo muero.

Ahora estoy aquí sin cuerpo, mi interior es el que necesita alojarse en el calor de otra vida. ¿Volveré a un cuerpo parecido? ¿Volveré a ser algo extremadamente diferente? No tengo ojos, no puedo mirar en que deformidad emano del interior del lago. 

Un destello irradia mi cadáver y sobre sus inapreciables restos florece un inconstante loto, con grandes oportunidades y ciertos fracasos. Muere, germina. El fango guarda el tesoro de la oportunidad... y la oportunidad llega. Un nuevo ser asoma, ínfimo. Unos ojillos azabaches se detienen por primera vez en la superficie del lago y allí estás tú, paciente, impasible, esperando a que una nueva víctima escuche tu canción. Soy una diminuta larva informe, mi piel es viscosa y permite que mis deseos marcan mi nuevo ser. No quiero volver a caer en la tragedia. Quiero ser fuerte sin que nadie lo vea, sin que nada me ayude y me consuele. Quiero poder alcanzar la plenitud y cerrar mis ojos cada día con plena paz interior. Ver el sol limpio y toda su energía fluir sobre mis huesos y crecer con él. 

Absorbí toda la fuerza del día durante un largo tiempo y reconstruí todo aquello derrumbado una y otra vez. El agua del lago muy de mañana empezó a hervir, remolinos surgieron por toda la superficie llevándose consigo toda vida. No importa, no hace falta nada. Mi propio yo ha nacido y no puedo ver porque no tengo ojos, no siento porque ya no tengo corazón, mis sentidos se han olvidado. Pura energía brota por estos poros de roca maciza y emerjo de las profundidades y ahora brillo junto a mi padre sol.

Rana, mira sobre la copa de los árboles, observa por encima de las tormentas y cuando llegue la calma podrás ver tu estrella. Mi cuerpo es mi deseo... y brillo.



Adolfo Arapiles.

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