MISIVAS DE UN RECUERDO.
Querido Padre,

Adolfo no aparece padre, no soy capaz de localizarle. Obtuve una pista de detenidos en tantas escaramuzas que nadie sabe ni a quién se apresa. Hay cuerpos vivos entre los corrales de los cuarteles a los que no se atiende, apenas gimen por temor a ser recordados con una bala entre las cejas. Otros son colgados y torturados por algún excelso suboficial que cree haber averiguado una estrategia para la victoria.
Es desolador, nadie habla, nadie sonríe. Es un teatro de muerte lo que me encuentro por todas las villas que atravieso camino a ninguna parte. Tengo la sensación de perder el rumbo y lo único que queda es intentar ir al Norte. Siempre creo en mis pasos y mi intuición dirige mi camino rumbo a la sombra de mi marido que espero hallar tarde o temprano.
¿Cómo está mi pequeño Nicolás? Ya no recordará a sus padres. Lloro cada noche desde que me separé de él y ruego por vuestro bien. Siento tener desterrado mi cariño para él. Os quiero tanto que mi vida aguanta por el anhelo de la vuelta, del reencuentro que seguro llegará, del amor que os proceso, de la libertad que disfrutaremos. Os amo.
Laura Sanlúcar.