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4/4/12

Misiva 6. Mis arrojos.


MISIVAS DE UN RECUERDO.

Illescas, a 6 de Abril de 1937.


Querida Marcela,


No creas que me olvido de ti, no supongas que mi huida del pueblo es tu abandono. Te dejamos sola como solo está mi marido. Adolfo continúa desaparecido en las tierras de La Sagra. Le busco y le busco. No tengo idea Marcela de su paradero aunque no voy a dejar al destino que haga de las suyas y me lo arrebate.

Espero que estés bien y los vecinos te ayuden un poco. Debes aprender a vivir sin la ayuda de papá y de Adolfo. Siento mucho que la guerra nos separe, eres mayor y tú sola tendrás muchos apuros que superar. Pudiste tomar la maleta y no quisiste, no pudiste dejar atrás tu tierra. Mis padres y los padres de Adolfo junto con mi pequeño deben estar tomando ya el barco rumbo a America. Allí podrán construir un mundo feliz para Nicolás.

Debo confesarte que me encuentro alojada con el Capitán Granero, me he vendido al diablo Marcela. Este hombre es un torticero que roza mi piel con su lujuria cada noche, me roba los besos que pertenecen a Adolfo, fuerza mi voluntad bajo sus sábanas... Reviso todos los documentos que posee mientras recupera las flacas fuerzas que conserva bajo el sueño, cuando acaba conmigo le repudio bajo la luz de las estrellas. Cuando por fin encuentre a mi hombre le mataré si hasta entonces logro evadir mi mente del dolor. El resto de los soldados me miran con asco, piensan que soy una fulana y sí lo soy porque ya no importa lo que haga con mi cuerpo si Adolfo no está. Debo morir por él si es preciso, le encontraré a pesar de mi propia sangre.

Llevo una semana sin poder salir de una habitación lúgubre y con el nauseabundo olor del demonio que usa su mortal cuerpo. Me pega Marcela, como un pelele me fustiga y me ata sobre la forja que reina sus sueños, donde sus peores instintos emergen y despacha con plenitud todo el odio que guarda sobre mi alma. Pero no quedará así. Le mataré.

No pienses mal de mi, no me queda nada y ya no me importa nada.  Siento que mi Nicolás no tenga a su madre. Sus abuelos cuidarán de él. Le quiero tanto pero no debo dejar a su padre en manos de las tinieblas. Marcho hacia Aranjuez en pocos días, muchos de los presos han caído allí y uno de los documentos menciona a Adolfo Arapiles.

Gracias al cabo Menéndez viajará esta carta junto con la de los oficiales que recuerdan a sus familias. Cuídate y no dudes de mí, te llevo conmigo ante la adversidad.

Te quiero mucho Marcela.

Laura Sanlúcar.

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