MISIVAS DE UN RECUERDO.
Illescas, a 8 de febrero de 1937.
Querida Emi,
Cuántos días sin verte. Cuántas noches
soportando el aire tétrico de esta tierra yerma. Cuántos rincones
sin amor, cuántas paredes sin color. Recuerdo demasiado tus mejillas
sonrosadas mientras tomábamos un poco de vino y la alegría de vivir
inundaba tus afectos... y los míos. Recuerdo además tu cabellera
rizada, tus tirabuzones volando sobre mis hombros y una larga noche
por delante. Mis labios sin dejar de besarte mientras tu mirada se
posaba sobre la mía.
Mi obligación me hace despertar cada
mañana con el deber en mi mente, no así soy capaz de olvidarte.
Enfundo mis botas, ajusto el sombrero de ala, estrecho ese cinturón
que me regalaste Emi. Antes de dirigir la contienda paso revista a
los muchachos, les doy una manotada en el hombro y reconforto la
angustia de la batalla. Todos saben que alguno no volverá esa noche.
Les ofrezco mi vida como garantía, la daría por cada uno de ellos
aunque no vuelva a rozar tu piel mi vida. Son mis hombres y estoy muy
orgulloso de ellos. Como quiero que lo estés de mí. Nuestra suerte
es llevar a España a ser una gran nación. Nuestra suerte es la de
tenernos en el corazón, en el amor y en la honra.
Emi te quiero tanto como cuando desperté la primera
vez en nuestro lecho con tu silueta bajo la luz de la
ventana. Deseo verte frente a mí de nuevo, dejar transcurrir el
tiempo sintiéndote cerca con tu sonrisa regocijándome, son tiempos
difíciles los que corren que nos distancian.
Algo está pasando en el cuartelillo, en este lugar
lejano donde me han destinado. El Capitán Granero está más desquiciado de
lo habitual. Aúlla como un lobo al llegar la luna sobre el silencio
nocturno. Los chismes no se han dejado callar entre la tropa y yo,
como sargento, no puedo quedarme con los brazos cruzados. El oficial
Granero es ya bastante mayor, la compasión me lleva a no inmiscuirme
y dejar que disfrute de la ventura del amor. Una mujer llamada
Laura es su nueva compañera, la que le regala el corazón y desconcierta
la tropa. Creo que está perdiendo la cabeza por esa señora que
pasea por aquí sin ningún pudor.
Aniquilamos Ontígola, todo ocurrió mucho más rápido
de lo que creíamos. La rabia tenía a la tropa muy alterada y te
cuento por qué cariño. El 30 del mes pasado aconteció un hecho
fatal a una de mis patrullas. Dos de mis guardias recorrían el pueblo próximo de Yeles
y fueron sorprendidos por milicianos. Dos muchachos que ninguno
llegaba a los veinte años. Recorrían las calles vigilando que toda
alma durmiera tranquila, que toda puerta permaneciera cerrada y que
el merecido descanso llegara a la gente de bien. Mis chicos
fueron atrapados por un grupo de salvajes, comandados por el Santón,
que así le llaman porque fue monaguillo. Se desahogaron con almas
más sencillas y bondadosas que ellos, esa noche tuvieron diversión a costa de
mis soldados. Localizados en un pinar perdido en la oscuridad
sangraban al sol de la mañana. Despellejados, con los dedos
cortados y heridas abiertas causadas por machetes cobardes,
con el terror de la muerte marcado en sus rostros...
Fue una noche larga para Daniel y José que no podrán
volver con sus familias. Haré justicia, los perseguiré hasta que
imploren clemencia bajo mi bayoneta. Capturamos un gran número de
combatientes heridos en las escaramuzas de Ontígola y publicaron sus
nombres como ordena Capitanía. Son los siguientes:
Anselmo Díaz Roces.
Manuel López Macha.
Adolfo Arapiles Díez.
Agustín María Quesada.
Federico Giménez Martos.
…
El juicio se realizará en la mañana del día 14 de
febrero por el mismo General Jose Enrique Varela. Será un honor para
toda la tropa que tal caballero de nuestro ejército tenga el talante
de detener sus obligaciones en un plaza como la nuestra. Vestiremos
de gala, ese día te quiero aquí Emi, ya lo he dispuesto para
tengas una cómoda estancia entre nosotros.
Emi recuerdo tu voz entrando en mis timpanos inundando
de placer mis sentidos y transformando nuestra cama en un valle de
amápolas, un enorme campo rojizo en el cuál tu melena dorada vibra
con el viento de mis pulmones que gritan de pasión.
Te echo tanto de menos, aunque queda muy poco...
Sargento Antolín Vallejo.
Me gustan estas cartas que relatan hechos de lugares que conozco, no sé si, realmente, la guerra civil se ensañó de esa manera por esas tierras.
ResponderEliminarPor otro lado cuanto amor, cuanto odio cuanto... cuanto todo en esta carta