Cookies

Si siguen navegando por este blog o permaneces en él damos por hecho que admites cookies, aunque debo decirte que no las utilizo, blogger lo mismo si y ya sabes...

17/11/15

Canción. I

Canción.

Nunca visto por mis fatigados ojos. Me pareció ver un gato sin nada de pelo rodeando mis piernas, entrelazaba mi camino con sus arrumacos. Sostuve las gafas al agachar la cabeza. "Qué impresión me dio mirar aquel felino desprovisto de su capa aterciopelada. Maullaba exudando dolor. Parecía tener algún diminuto rasguño. Contuve la respiración y posé mis manos en su enjuto lomo.

Unos gritos lejanos invadieron mis oídos y el maullido prófugo se alejó de inmediato por los callejones y desapareció entre las oxidadas verjas. A la carrera tres muchachos cantaban la canción de "vamos a matar al gato". La infantil tribu armada con palos y piedras saltó la valla, no sin esfuerzo, adentrándose en jardines ajenos. No pude más que continuar mi camino, cogí mi bastón, coloqué las recias lentes de nuevo y continué caminando imaginando aquellos días en los que acariciaba los muslos desnudos de María, en la tarde en la que nos prometimos.

Un paso mío era un beso suyo, un pestañeo un deseo, su escurridiza imagen un gozo, la sonrisa se me escapaba iluminando mi fantasía. Casi no recuerdo bien aquellos momentos, sin embargo sueño tantas noches de amor que renacen mis más atrevidas emociones.

¡Ahhh! De repente el gato pelón trepó sobre mi torso y encontré frente a frente sus asustados ojos. Sorprendidos nos examinamos y un espontáneo aullido alejó aquel extraño animal que de un salto alcanzó las ramas bajas de un abedul y se esfumó.

¿Y el gato? Señor, ¿El gato? ¿Dónde está? He visto volar algo a aquel tejado joven, no estoy seguro de que fuera vuestro gato... Hace décadas que mi vista sólo contempla la punta de mi nariz con cierto detalle.

En ese instante una diminuta masa viscosa y cálida zozobró sobre uno de aquellos pequeños muchachos y un alarido inició veloz carrera a casa. Los otros pendejos siguieron el sendero de repulsión cantando la canción "Miguel tiene cacota".

16/11/15

Sangre en mis manos.

Sangre en mis manos.

No lo vi venir pero un estruendoso golpe me arrojó sobre el arcén. Entreabrí los ojos y no podía creer lo que ocurrió en absurdos instantes. "Se ha fugado". No es posible que alguien huya de un atropello y te deje tirado. No es posible.

La sangre se deslizaba suave por mis brazos y sentía por mi frente una humedad cálida que brotaba sin cesar. No alcanzaba a tocarla. No controlaba mis extremidades del todo, a trompicones era incapaz de quitarme el casco. La bicicleta, situada lejana, se apartaba de mí hecha pedazos.

Mis fuerzas se alejaban, las rodillas clavadas olvidaban como erguirse. El aliento escapaba sin poder retenerlo. Imágenes alborotadas inundadas de pasión y lágrimas oscurecían la carretera. El cansancio me arrojó al asfalto y palabras entrecortadas eran pronunciadas al vacío.

De repente recobré las fuerzas, sacudí la cabeza sin poder comprender bien tanta emociones y sensaciones que mi cabeza no alcanzaba a atender. Pude incorporarme, ya no dolía, la sangre se había evaporado. Cogí mi bicicleta y volví a dar pedales como un loco. Me inundé de alegría. Sólo quería volver a casa, con los míos, abrazarlos hasta agotarlos.

Aún hoy sigo pedaleando, de vez en cuando contemplo a aquellos que me lloran y entre mis deseos... amarles.


Entradas populares

Mi lista de blogs