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11/6/13

Misiva 30. Con un suspiro.

MISIVAS DE UN RECUERDO.

En el lugar dónde yaces vivo, 29 de Mayo de 1939.

Excelentísimo Señor Jefe de todos los ejércitos.


Ruego por el alma de las gentes que pasan por el umbral de su destino, ruego por su bondad que otorga el perdón, ruego por su misericordia. Hace ya muchos días que la guerra finalizó, nuestro corazón se lanzó vencedor, su gloria perdurará por siempre jamás. Contemplo diarios golpes a la razón bajo nuestro fuego, personas hundidas en la más misera oscuridad que soportan calmos nuestra venganza.

Hermanos, hijos, padres de compatriotas perdidos en el error, aún así su sangre es la nuestra, aún así derramo mis lágrimas cuando disparo el arma que los aniquila. No permita su excelencia que continúe la barbarie, debemos honrar la victoria con la reconstrucción de la esperanza.

Esta mañana de nuevo pude observar la fila de infieles encabezados por nuestro párroco. Se dirigían en silencio y con las manos atadas al muro del cementerio. Ese parapeto desecho por años de ataques y defensas. Ahora sirve únicamente de paredón. Los rezos fluyen sobre la brisa matinal inundando nuestros oídos de amargura. Su paso desesperado surca la teñida tierra sin semilla que arrojar, sin más que perpetuar su propia existencia que será arrancada de nuestra memoria.

Todos los reos fueron colocados en fila por aquél chico que parece reír cuando los demás lloran, tan solo por una insignificante dádiva se agolpa empujando a los presos a su último lugar. Grita estrepitosamente como si el ganado escapara de sus artimañas. El cura ofrece sus plegarias al sol de la mañana, hoy se ha visto cara a cara con una luna tardía que no quiere huir de la barbarie.

Solicito su gracia para nuestro pueblo rendido que continúa sufriendo y que podemos ayudar a salir de la penumbra y del terror. Su excelencia podría indicar a nuestros generales  que perdonen el error de la voluntad equívoca de compatriotas confundidos y paren su masacre.

Un joven soldado que ama a su patria.



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