Escrito por "Annabel Isso" como regalo de reyes.
Dicen que a fuerza de repetir un mentira, termina por convertirse en una verdad. A mi no. A mi a fuerza de repetir las palabras se me vacían. Resuena el eco dentro de ellas y dejo de entenderlas, como si se convirtieran en un extraño lenguaje de alguna tribu perdida que anda por ahí aún sin ropa y con los sentimientos sobre la piel porque no tienen tantos términos y porque sólo tienen que mirarse para saber.
No le hablan a la Tierra pero la entienden mejor que nadie. Sube por sus huesos un idioma distinto que no se regodea en florituras, pero tienen la certeza de estar comprendiendo. A mi no, a mi no me pasa eso.
A veces movemos la boca, salen sonidos que creemos entender, pero realmente no captamos la esencia porque no la tienen, porque hemos aprendido a usar las palabras, a cambiarlas, a colocarlas de distintas maneras, pero no a llenarlas. Nos rodean los sones pero no son rítmicos, son una melodía sin armonía, todo un barullo, todo un ruido. Es todo un arte conseguir ir más allá de esas resonancias, que no te atrapen en la tela de araña de la vanidad donde nos quedamos pegados con tanta facilidad. Sería maravilloso poder escuchar el silencio, dejar a los otros sentidos actuar, como nuestra tribu perdida que anda por ahí aún sin ropa y con los sentimientos sobre la piel porque no tienen miedo a enredarse en las palabras.
Por sí solas no son un peligro. Algunas suenan a música, como "colibrí” a cadencia, como "hierba”, a vida como "luz",... algunas regocijan el alma como "amor", hacen bailar como "emoción",.. algunas no deberían ser usadas como "odio"; pero las mejores son las que hacen volar, las que con sólo mencionarlas hacen que la esencia de uno se expanda. La mezcla de todas éstas, una cascada de letras, que puestas en orden dan un conjuro mágico que me hace soñar: Tu nombre.
